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Shus Terán

‘Ir a Roma y no ver al Papa’

Reflexiona nuestro colaborador sobre la visita del Ministro de Interior

Firma Shus Terán, "Ir a Roma y no ver al Papa"

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Tarifa

Con la venia Juanma

Mi amigo y conductor de este programa, se echa a temblar cada vez que al menda le toca la rúbrica del Hoy por Hoy. Normal, me enrollo más que una persiana y agoto los minutos y los segundos en un no acabar.

Hoy, en la que posiblemente sea la última firma de la temporada, lo que aprovecho para desear a todos unas felices vacaciones, prometo no extenderme demasiado y abordar un tema que me lo han puesto como se las ponían a Fernando VII.

Desde el pasado 23 de junio la cotidiana, tristemente normalizada e ignominiosamente olvidada historia de la migración clandestina, la que golpea las costas de Tarifa desde hace más de tres décadas, se ha vuelto más visible, por la intensificación de pateras lanzadas al mar desde el norte de Marruecos -que fíjense ustedes que casualidad después del 14 de julio tendrá que renegociar con España un nuevo acuerdo pesquero-.

Desde entonces y hasta hoy, el Estrecho es (y permítanme la ironía y mordacidad) una ‘feria’ de Pateras. Con rescates de embarcaciones todos los días y con repuntes que como los del 23 de junio y una semana después, se convierten en oleadas con cantidades que sobrepasan el millar de personas rescatadas del Estrecho y del cercano Mar de Alborán.

Al igual que otras veces, Tarifa ha asumido la acogida de estos infelices con legítimos sueños de mejoría y prosperidad. Un pabellón deportivo ha hecho las veces de centro de acogida y ante el colapso de las administraciones, efectivos policiales y de Salvamento Marítimo, -que aún así han demostrado su profesionalidad y humanidad- la localidad ha asumido la gestión humanitaria, sin apenas recursos, con ilusión y solidaridad que han sido claves de éxito organizativo dentro de un auténtico caos.

Y hete aquí, que entre un desolado panorama, el Gobierno de España anuncia mejora de la dotación de medios y de efectivos, y agradece y reconoce a cuantos se han dejado la piel en esta urgencia humanitaria. Esto se ha traducido en la visita de dos ministros a la zona. El de la cartera de Fomento, Sr. Ábalos y el de la cartera de Interior, Sr. Grande-Marlaska. Ambos han estado en la comarca para comprobar in situ el dispositivo.

Pero fíjense ustedes que malaje, que mientras Ábalos estuvo en Tarifa-Tráfico y visitando una embarcación de Salvamento, y Grande-Marlaska estuvo en Algeciras, para coordinar el dispositivo de atención y vigilancia de quienes llegan desesperados a esta orilla, a ninguno de los dos les dio por darse una vueltecita por Tarifa y/o su pabellón deportivo, el auténtico ‘epicentro’ de la inmigración clandestina de esta urgencia humanitaria. Así hubieran podido darles unas palmaditas a los agentes policiales -algunos de los cuales duermen cuatro horas entre guardias de 48-, o felicitar al centenar de voluntarios que han puesto cara y nombre a la solidaridad de Tarifa. O agradecer a las autoridades locales que han estado en el día a día de los inmigrantes o a los cooperantes internacionales que asesoran o al personal municipal y a otros tantos que han vivido en sus carnes las penalidades de los viajeros del mundo rico empobrecido por el expolio de occidente.

Si hubieran venido. Si hubieran visto el pabellón, si hubieran visto el trabajo humanitario, si hubieran visto a esas desesperadas criaturas encerradas en unas instalaciones deportivas esperando un incierto futuro… podrían haberse hecho una verdadera dimensión del drama en el que cada día se levanta este territorio fronterizo. Y entonces, seguro que las perspectivas cambiarían, y ello serviría para revestido de realidad y conocimiento, acometer cuantas acciones sean necesarias para si no solucionarlo, al menos paliar el drama de la inmigración clandestina en el Estrecho. No venir a Tarifa, no visitar el pabellón, no haber estado con los migrantes es, ha sido…. como “ir a Roma y no ver al Papa”.

 
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