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'Son seres humanos'

Luis Carlos Contreras, Catedrático de Didáctica de la Matemática de la Universidad de Huelva

Cadena SER

Huelva

Son seres humanos

Europa parece dormida o ensimismada en su obsesión por la economía. La solidaridad entre pueblos, la defensa de los derechos humanos, la lucha por la igualdad y la libertad parecen eclipsadas cuando algo amenaza el poder económico. La amenaza que ahora siente Europa es la crisis migratoria. Casi nadie mira lo que hay detrás de este problema, lo que hace que cientos de miles de personas abandonen sus hogares, sus países, para buscar un futuro. El sur del mediterráneo ha sido durante muchos años la fuente de enriquecimiento de los países del norte. Los poderes fácticos han maniobrado para que sus marionetas gobernaran los actuales estados fallidos mientras succionaban las riquezas naturales. Las marionetas gozaban como zánganos en colmenas donde la vida era cada vez más difícil, mientras los que siempre han movido los hilos garantizaban con sus armas un poder absoluto connivente con el saqueo de sus riquezas.

Los aires de libertad que soplaron en 2011 en el norte de África y en los entornos autocráticos del Golfo Pérsico se han esfumado casi en su totalidad; apenas quedan Túnez y Marruecos como esperanzas de un futuro democrático.

Egipto, Sudan, Bahréin, e incluso Turquía, vuelven a sofocar cualquier intento ciudadano de libertad; Libia, Siria o Yemen son considerados estados fallidos, donde conservar la vida es casi un milagro. En el África subsahariana, la pobreza, los conflictos bélicos internos, las persecuciones étnicas o religiosas están provocando también migraciones masivas que, aunque tienen un carácter más intrarregional, también comienzan a salpicar con intensidad a la vieja Europa.

Miles de seres humanos nos están pidiendo ayuda y solo las mafias parecen escuchar su voz. Europa, mientras tanto, pretende acallar su conciencia construyendo campamentos de refugiados a orillas del mediterráneo, con la intención de evitar que miles de personas se jueguen la vida al cruzarlo (lo que, en sí mismo es loable) y en los que, supuestamente, se hará un triaje adecuado para decidir quienes alcanzarán el derecho a ser alojados en nuestros países.

Sorprenden las declaraciones de algunos representantes políticos argumentando la economía (la insuficiencia de recursos para atender a todo el que desee venir) como única razón para seguir permitiendo esta barbarie. Europa es grande, y tiene recursos suficientes. Los ha tenido y los tiene para otras cosas. Por poner algunos ejemplos, el presupuesto de la Unión Europea supera los 145000 millones de euros; de ellos, el del Parlamento Europeo se acerca a los dos millones de euros; el de Naciones Unidas es casi 5400 millones de dólares. La existencia de estos organismos solo tiene sentido si se utilizan para mejorar la vida de las personas y, de momento, esto no está siendo así.

Es preciso que repensemos nuestras formas de vida y que contraigamos un compromiso firme con la libertad, la solidaridad y los derechos humanos. Las crisis migratorias seguirán aumentando y quizás cuando queramos hacer algo ya será demasiado tarde.

 
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