La Cultural Leonesa, en su laberinto
(...) El fútbol hace tiempo que es una de mercancía muy atractiva para un determinado grupo de inversores a los que la faceta del deporte apenas sí conceden algún valor. (...)
La columna de Ángel Santiago Ramos
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León
La Cultural Leonesa ha vuelto a la Segunda División B, una categoría no profesional del fútbol español de la que forman parte 80 entidades deportivas, cuya proyección económica y mediática es inapreciable. El sueño para los miles de socios de este equipo se ha ido esfumando a lo largo de una temporada deportiva muy irregular que venía anunciando el fracaso que finalmente llegó.
Desde hace tres años, esta entidad deportiva es propiedad de una mercantil cuyo dueño es el todopoderoso emir de Qatar, uno de los pases más ricos del mundo y que será la sede del mundial de fútbol del 2022. Ya no pertenece ni a los socios ni a los empresarios que la llevaron al borde de la ruina. Ahora, sus dueños son los dueños de una buena parte del gas natural y el petróleo que se producen en el mundo.
El fútbol hace tiempo que es una de mercancía muy atractiva para un determinado grupo de inversores a los que la faceta del deporte apenas sí conceden algún valor. En León han encontrado todas las bendiciones políticas, más de 8.000 socios y el regalo de uso de unas inmejorable instalaciones deportivas de propiedad pública.
Con un poco de su dinero han comprado aquí algunas de nuestras servidumbres. En el emirato, las cosas son bastante peores. Hoy mismo, la Fundación para la Democracia Internacional denuncia la muerte de 2000 esclavos, napalíes e indios, en la construcción de los estadios para el mundial de Qatar. La denuncia habla de unas condiciones de trabajo inhumanas: jornadas interminables de 16 horas, a temperaturas de 50 grados y prácticamente secuestrados.
Así son y así lo parecen, lo dueños de la Cultural y Deportiva Leonesa. Con ellos, lo de menos es bajar.
