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Tormentas que aclaran ideas

La opinión de Ana Díez, médico de familia

OPINIÓN | Tormentas que aclaran ideas

OPINIÓN | Tormentas que aclaran ideas

03:02

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En cada estación del año tiene que hacer el tiempo que corresponde. En otoño, las hojas de los árboles se caen para poder renovarse más adelante y recogemos castañas y otras frutas. En invierno tiene que hacer frío y nevar. Estamos en primavera y toca llover, días con viento, días grises junto con otros llenos de luz y con un cielo azul increíble. En definitiva, días diferentes para diferentes actividades, para pensar, reflexionar para salir a la calle con botas y paraguas a pasear mientras nos cae el agua encima. Pero también días para ver el campo y la vida con la plenitud de la luminosidad del sol.

Cada uno tiene sus gustos. No los hay mejores ni peores, pero reconozco que a mi los días lluviosos me encantan. Me encanta la lluvia que limpia el ambiente y las calles, que mejora la calidad del aire, que riega los campos y llena los pantanos. Me gusta la lluvia que ayuda a aclarar las ideas y a barrer los malos pensamientos y que, igual que prepara el campo para que crezca la hierba y se llene de flores, nos prepara la cabeza para llenarlas de buenas ideas y, mejor aún, de buenos sentimientos.

Como en estos días lluviosos se tiende más a la introspección y a quedarse tranquilamente en casa, la productividad aumenta. Porque ¿quién quiere encerrarse a estudiar o trabajar un día luminoso y alegre de primavera-verano? Esos días son para disfrutar del campo, de la ciudad, de los amigos, de la vida.

En los días de lluvia hay que aprovechar para leer, ordenar armarios y cajones en los que almacenamos cosas varias a lo largo del año. Hay que aprovechar para cocinar, que la comida casera suele resultar más apetitosa, sobre todo si se comparte con otros primero su elaboración y luego, su disfrute. Y hay que aprovechar para charlar largo y tendido de todo lo que no se habla el resto del año, con días ajetreados y cargados de actividades. Porque también se disfruta de un día de lluvia en casa, viéndolo tras los cristales de la ventana y con una infusión o un café entre las manos.

Los días de lluvia nos traen un olor especial que a todos nos gusta, se humedece el aire y respiramos mejor. Si tenemos la oportunidad de caminar descalzos sobre la hierba e incluso sin paraguas uno de estos días, sentiremos que nos renovamos por dentro y por fuera. Tampoco hace falta pasarse así toda la tarde porque no es cuestión de resfriarse. La piel está más hidratada y masajeada si cae el agua directamente sobre ella; el pelo, aunque se rice o se deteriore el peinado, también mejora. Después de una tormenta se eliminan tensiones, desaparece el dolor de cabeza y el cansancio. Y aumenta la relajación.

Luego vendrán días soleados, luminosos, para poder salir al campo a pasear y ver los prados maravillosamente verdes y espectacularmente salteados de flores de todos los colores, con margaritas y amapolas, con pájaros revoloteando y abejas acercándose a libar de todas ellas.

Esta es la primavera que me gusta a mi. Y, si todavía crees que los días de lluvia son tristes y feos, vuelve al principio de esta reflexión.

Como es de suponer, esto lo escribí en un día de lluvia. Y no se me mojó el papel ni me resfrié. Estaba en casa. Después salí con botas, pero sin paraguas, a dar un paseo bajo el agua. ¡Pruébalo. Es maravilloso!

 

 
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