La Inmaculada, en "la piel del cáncer"
La Asociación Española Contra el Cáncer instruye a los estudiantes de 1º de la ESO para prevenir el cáncer de piel
Ponferrada
La representante de la AECC en la Junta Local y enfermera de atención Primaria, Mar González Gallego, ha sido la encargada de ofrecer la charla a los alumnos de este centro que han asumido la importancia de protegerse ante los efectos del sol y las consecuencias del cáncer de piel.
"Sabíamos que este tipo de cáncer era tan grave como los otros pero no que nos afectase tanto a nosotros", reconocía una de las niñas que con sus compañeros ha recibido las instrucciones para saber cómo tomar el sol, la necesidad de proteger la piel cada dos horas y de acudir al médico si detectan algún cambio de tamaño o textura en una mancha o lunar. "Un 80% de los cánceres de pie- según los estudios que maneja la AECC- podrían evitarse si se protege la piel desde niño".
Utilizar las cremas protectoras cuando es inevitable la toma solar o en las partes expuestas al sol de una manera natural, es el consejo más importante para una generación que "ha crecido concienciada de cambiar hábitos en este sentido y que suele llevar a mano la crema con un factor protector mayor de 30".
Hace una década que se produjo el cambio en este sentido, apunta la representne farmacéutica Marta Rodríguez Tato. "Ahora no hay excusas para no echarse crema, ha cambiado mucho en los últimos años,. Las investigaciones han permitido vender un abanico muy amplio de productos que tienen distintas características para distintos tipos de piel, incluso para prevenir manchas". Los factores a partir de 30 proporcionan la protección contra los rayos ultravioleta A (UVA) y ultravioleta B (UVB).
Mantenerse hidratados, permanecer a la sombra, utilizar ropa protectora, e incluso controlar los niveles de vitamina D, son otras de las medidas que se les han transmitido a los niños para que a su vez conciencien, si es necesario, a sus padres.
Untarnos con crema protectora solar es, pues, una acción que debemos interiorizar como cotidiana, no solo cuando vamos a la playa Sin duda vale la pena, porque los daños son acumulativos, porque la piel tiene memoria.