Sobre las protestas por la sentencia
'El Enfoque': 'Sobre la polémica sentencia', por @FPomares_R
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Canarias
Millones de mujeres y hombres siguen movilizándose en toda España, protestando por la sentencia en el caso de La Manada y pidiendo una justicia distinta. Coincido con el rechazo a una sentencia que primero crea con claridad una víctima de violación y luego se entretiene en deshacer el delito con una argucia, una componenda. Y coincido con la protesta, aunque me sorprende la fuerza y empuje de las movilizaciones en este caso concreto, uno más de los miles de casos de violación que se denuncian todos los años en este país, una más de esos nueve millones de mujeres violadas en Europa.
Lo cierto es que la justicia no existe como un bien real y absoluto, como algo sagrado e inmutable de lo que hablan los magistrados. Es sólo una construcción humana, un consenso entre partes, un acuerdo en el que intervienen los que hieren, los dañados y los jueces en distintas instancias. La administración de justicia, para que pueda ejercerse, debe ser protegida de la presión que ejercen sobre ella el poder y la sociedad. La historia de la justicia en democracia es la de la búsqueda de frenos al poder, en una guerra abierta desde hace dos siglos, en la que a veces parece que vamos ganando. Y otras veces perdemos. En cuanto a la presión social, es cierto que la protesta por esta sentencia contradictoria y cobarde ha ido creciendo, y algunos se han desahogado pidiendo la inhabilitación de los jueces, o –más allá- una justicia popular ejercida sin límites y que -sin derecho a la defensa- no sería nunca justicia sino venganza. Pero las protestas no sólo reflejan el rechazo a la sentencia, también representan la voluntad de que el mundo de los hombres y su justicia cambien. Ese cambio es el que surgirá de la determinación de las mujeres de vencer el miedo y vivir sus vidas como seres humanos libres, que asumen riesgos y peligros. Y nacerá también de la voluntad de construir una sociedad civilizada, con instituciones que funcionen mejor, sean más independientes y acierten a estar más cerca de los valores y al entendimiento de la gente.
No se trata de cambiar las códigos y las leyes, o no sólo se trata de eso. Se trata de cambiar la perspectiva de la sociedad sobre los delitos que cometen hombres contra mujeres, y también la de quienes los juzgan.