¡Viva la Romería de Andújar!
La opinión de Antonio Cepedello
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Hoy por Hoy Andújar (25/04/2018)
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Andújar
‘Suenan castañuelas, suenan guitarras, venga alegría, móntate a la grupa, vente conmigo de Romería’.
Empiezo este artículo con esta coplilla, que escucho desde muy pequeño de la boca de las personas que más quiero, porque deseo convertirlo en una reivindicación de la vuelta a las tradiciones de nuestra Romería, para que se deje de parecer cada vez más a otras celebraciones marianas, porque un festejo que pierde sus raíces, pierde su sentido y su razón de ser.
Tenemos que dejarnos de tantos cantes de otros lares, con esas flautitas, cañas rotas o tamboriles que suenan más tristes que un entierro de tercera. Paisanos, que para copiar ya están los chinos, ‘güevis’!!!
Hay que recuperar el sonido bullanguero de nuestros piticos (se acuerdan), nuestras palmas a coro y nuestros numerosos cánticos de siempre, que tienen letras variadas y festivas de verdad. Para recuperarlas nos pueden ayudar nuestros muy buenos historiadores locales, como el incansable Juan Vicente Córcoles, que se merecen de verdad ser pregoneros y no unos señores muy respetables, pero que el nombre Andújar sólo lo han visto antes en los carteles de la Nacional IV. Y luego, pasa lo que pasa, y convierten en cordobesa a nuestra querida localidad vecina y manchega de Fuencaliente.
Es absurda también la moda actual de inventar nuevas canciones y ponerles los ritmos de otros sitios, porque así le pegamos fuertes puntapiés a nuestra cultura y tradición, que viene de muchísimos años más atrás que esta invasión de coros rocieros o sevillanas. Y que conste que no tengo nada contra Sevilla, sino todo lo contrario, porque es la cuna de tres de los cuatro niños que más quiero en este mundo.
Recuperemos nuestras costumbres en homenaje a todos los iliturgitanos que ya no están entre nosotros, pero que hicieron grande nuestra fiesta, al llenarla de riqueza cultural y singularidad, como la inolvidable Margarita Córcoles con su ‘vivas’ que alegraban al más triste; ese ‘Comegatos’ con su tambor incansable que despertaba hasta a los sordos; ese cohetero con su andar peculiar más chulo que un ocho, o ese ‘cantinflas’ andujareño montado en burro, que tenía más gracia que el mexicano original.
Los iliturgitanos somos humildes y sencillos, pero distintos y orgullosos de serlo, aunque algunos aún no se han enterado que nuestra Romería no es la del más allá del Guadalquivir. Otros todavía creen que sigue monopolizada por unos pocos, que la utilizaron para justificar las miles de atrocidades que cometieron contra los españoles.
No debemos ser más monos de feria, ni imitar a otras fiestas impuestas a golpe de talonario y falsa grandeza. Dejémonos ya de comparaciones, de ridículas imitaciones y de competir en la absurda guerra de las cifras de asistencia de peregrinos. Que nuestra Romería es mucho más que eso.
Cojamos los avíos de siempre y, ya lo sabemos todos, que ‘para subir al Cerro no hay nada mejor, que una buena merienda y un jamón colgao en un camión'.
¡Viva la Romería de Andújar!
- antonio cepedello