Los números no tienen alma

Valladolid

Cada vez que el Instituto Nacional de Estadística actualiza los datos del padrón, los ya de por sí endebles discursos sobre las políticas de despoblación se convierten en humo. Los números cada cierto tiempo se abren hueco entre los deseos y las promesas para definir un contorno que cada vez presenta unos perfiles más difusos.

El nuevo zarpazo, uno más, supone la suma de una pérdida que se suma a las pérdidas de los últimos años. Durante la última década en Castilla y León se ha perdido la población equivalente a los habitantes de la provincia de Segovia. Somos unos 150.000 menos que hace 10 años, pero lo verdaderamente dramático es que nada hace pensar que la sangría poblacional vaya a contenerse.

Todos los políticos coinciden al señalar la despoblación como el principal problema con el que convivimos. El diagnóstico está hecho, pero ¿qué hay de las soluciones? ¿No cabe más que la resignación? Es un hecho incontestable que las políticas para combatir la despoblación aplicadas por la Junta no han servido para nada. El ejecutivo autonómico reclama apoyo del Gobierno Central y de Europa al tiempo que insiste en que se trabaja duro para revertir la dramática situación, mientras, el dichoso Instituto Nacional de Estadística se empeña en emborronarlo todo.

Los números carecen de alma. Lo mismo sirven para reflejar los buenos resultados de nuestros escolares en el informe Pisa que dejan en evidencia la manifiesta incapacidad para hacerle frente a la despoblación.