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HOY POR HOY Especial con Àngels Barceló desde Sevilla por el Día de Andalucía

Ríos de vida, ríos de lodo

La opinión de Pablo Quesada

Hoy por Hoy Andújar (06/04/2018)

Hoy por Hoy Andújar (06/04/2018)

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Andújar

El agua es vida. Es vida para los animales y es vida para los seres humanos. El agua salada es vida por los recursos de los que nos provee. No es casual que el 59,2% de la humanidad se concentre en las áreas cercanas a la costa, y sea población industrialmente ligada al litoral. Tampoco lo es que tantas ciudades con más de un millón de habitantes sean directamente ciudades portuarias o alejadas no más de 50 kilómetros del mar.

Pero el agua salada no se bebe, y por esa razón la población, tanto la de interior como la costera, se asienta en las cercanías de ríos y fuentes de agua potable. Seguir el cauce de un río es seguir el recorrido de las principales poblaciones de un territorio, y es seguir, por tanto, un recorrido de vida y actividad humana. En algunas culturas, los ríos han alcanzado un carácter sagrado, ritual o místico y sólo mencionar el nombre de ríos como el Jordán, el Nilo o el Ganges nos evoca la trascendencia que para distintos grupos humanos han tenido esas fuentes de agua potable.

Tenemos en estas tierras un río, que nace en Jaén, desemboca en el Atlántico y deja por su recorrido un reguero de vida y desarrollo humano, con un valle fértil y productivo. Es el río que los íberos llamaron Baitis, los griegos Tharsis y los romanos Baetis. Los árabes lo llamaron el río grande, Wad-al-Kabir, porque sin duda es el primer gran río que se pudieron encontrar en su recorrido cuando aprovecharon la debilidad del reino hispano para invadir la península ibérica. Ese nombre, el de río grande, es el que conserva, Guadalquivir, y grande tiene que ser cuando a sus orillas hay ciudades como Andújar, Montoro, Córdoba, Écija o Sevilla; Sevilla, gracias al río, puerto marítimo, aunque esté a 90 kilómetros del Océano.

Algunas de estas ciudades tienen al río integrado en su ciudad. Pasear por las orillas del Guadalquivir en Montoro, Córdoba o Sevilla es algo recomendable. Otras, como Andújar, viven en cierto sentido de espaldas a él. Ayuda poco, desde luego, una presa presuntamente hidroeléctrica, pero que genera poco o ninguna electricidad, a la altura de Marmolejo. Lo que sí genera es una acumulación de lodos que drena los recursos públicos cada vez que, ante la inmediatez de unas elecciones o la escalada de las protestas de los agricultores colindantes, se deciden a drenar los lodos.

Desconozco el alcance de esta humilde columna de opinión. Pero no puedo dejar pasar la ocasión de plasmar que en Andújar queremos recuperar nuestro río de vida, ese en el que se bañaban los mayores; y para eso urge una actuación integral: aguas arribas, para evitar las avenidas de lodo; aguas abajo para acabar con lo que retiene los lodos; y entre medias, a lo mejor hay que pensar en encauzar el río e integrarlo en el espacio urbano para que el Río Grande vuelva a ser un río de vida para las gentes de Andújar.

  • PABLO QUESADA
 

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