Papel mojado

Palencia

Nos afanábamos los medios de comunicación esta semana en explicar la repercusión que tendrán los Presupuestos Generales del Estado en la provincia de Palencia. Vaya por delante que son unas cuentas con deriva errática, dados los apoyos que requieren para ser aprobadas. Dicho eso, lo más lamentable es que los presupuestos, calcados a los de 2017, carecen de credibilidad. Sólo son papel, o Tablet habría que decir en estos tiempos. Y es que sí, el papel lo aguanta todo; pero luego la realidad es muy diferente.

Encima las cuentas tienen truco, según ponía de manifiesto una información que hacía pública la Cadena SER el mismo día de la presentación del documento por parte de Montoro. Un ejemplo vergonzante: el presupuesto aprobado por el ejecutivo para investigación y desarrollo en el año 2018 aumenta un 8,3 por ciento. Sin embargo, más de la mitad son créditos que, en muchos casos, ni siquiera se solicitan. ¿Qué más da lo que se diga en los presupuestos si sólo son una manifestación de intenciones? En la letra pequeña se ahogan un sinfín de promesas que cuando acaba el año nunca se cumplen.

El grado de ejecución en algunas de las partidas es tan bajo, que alguien debería dar explicaciones. Ya en el año 2017 los medios de comunicación nacionales informaban de que el Gobierno no gastó el 62 por ciento del presupuesto en ciencia de 2016, y algo similar ha trascendido con las cuentas de 2017. ¿Por qué nos engañan? ¿Por qué nos dejamos mentir de forma tan impune? ¿Por qué todo parece un mero teatrillo con un espectáculo cada vez más mediocre? En cuanto a las reacciones en Palencia, de puro previsibles son hasta aburridas. A Polanco y Armisén les gustan los presupuestos. Faltaría más.

Al PSOE, Ganemos, Podemos y demás les parecen insuficientes y critican el trato que el ejecutivo da a la provincia. Menuda sorpresa. Y a los medios, que entramos en el juego de desgranar los presupuestos para repetir hasta el hartazgo inversiones que se prometen año tras año, nos parece interesante lo que contamos. De hecho, dedicamos horas a bucear en los tomos de las cuentas. Todo para una información que, tal y como reflejan las redes, tiene una escasa repercusión y casi un nulo interés para nuestros receptores. Quizá sea porque ya casi nadie crea que lo que aparece reflejado en la documentación vaya a hacerse realidad. Una muesca más en la falta de credibilidad de nuestros políticos; una falta de credibilidad que, en muchos casos, se han ganado a pulso.