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El Tucu Hernández y el arte de los intangibles

El chileno sigue siendo una pieza fundamental en el equilibrio del Celta

El Tucu Hernández en un partido de Balaídos / www.celtavigo.net

El Tucu Hernández en un partido de Balaídos

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Cuando Boban estaba en el Celta recuerdo que dijo que Giovanella era uno de los mejores jugadores con los que había estado en un terreno de juego. Preguntado por tal afirmación cuando venía de jugar en el todopoderoso Milán, el siempre reflexivo Zvonimir razonó su respuesta. Y es que un jugador tan técnico, de tanto talento y de tanta plasticidad ponía en valor aquellas virtudes de las que adolecía; y todas ellas las encontraba en Giovanella: colocación, coberturas, lectura del ataque rival, capacidad de destruir para iniciar el juego de ataque, robos, duelos ganados, presión al rival...Boban entendía que para que luciese su fútbol, había un tipo con el pelo rubio y con ADN brasileño que se comía la hierba y que asfixiaba al rival cada vez que quería proponer. Eso que en baloncesto es tan importante y se computa todo como los intangibles. En los tiempos de plomo del Tucu, Berizzo estaba feliz por el rendimiento que había dado Pablo Hernández en el Bernabéu secando a Tony Kross. Hasta ese momento, el alemán en su estadio campaba a sus anchas y los rivales no sabían como frenarlo. El Tucu batió el récord de recuperaciones, obligó al alemán a tocar menos el balón, a pasar más forzado y a ser mucho menos preciso y participativo. El chileno necesitaba un buen partido porque estaba siendo cuestionado y, cuando pensaba que iba a ser un buen día, llegó a sala de prensa y preguntaron porqué estaba jugando tan mal el Tucu.

El entrenador navarro no tiene especial predilección por su fútbol como lo atesora el número de veces que lo ha dejado en el banquillo. El Tucu pasó de ser titular indiscutible a ser un suplente discutible. Preguntada por su decisión, Unzué dejaba caer reflexiones del tipo “no está todavía adaptado” o “es que solamente pueden jugar once”. Contra el Eibar, con un partido paupérrimo del Celta, salió en la segunda parte y eso permitió liberar a Iago Aspas y a Maxi; el Celta se ordenó. En Girona el centro del campo fue una autopista hacia el área de Rubén; no estaba el Tucu. Y contra Las Palmas, fue una titularidad last minute la que puso al Tucu en el campo. Volvió a jugar de interior y dejó un partido lleno de esos intangibles que tanto valoraba Boban: 10 recuperaciones, 5 despejes, 4 duelos ganados, 4 duelos aéreos ganados y 61 pases completados, 5 de ellos cambios de orientación. Números que mantuvo contra el Atlético de Madrid con 7 recuperaciones, 3 despejes, 3 duelos con éxito, 2 duelos aéreos con éxito; y números que mejoró contra el Málaga: 8 recuperaciones, 2 despejes, 5 duelos ganados con éxito, 6 duelos aéreos ganados con éxito , 16 duelos cuerpo a cuerpo con éxito, 64 pases, 7 pases largos. Esos intangibles que hacen del Tucu un jugador que no luce pero que brilla.

Contra los de Paco Jémez el chileno marcó su tercer gol. Era un gol que daba tres puntos a un Celta noqueado. Era el remate que le daría más gloría en aquel partido que todos los intangibles que había sumado que eran muchos. Era más ser el Boban que el Giovanella o, mejor dicho, ser Giovanella convertido en Boban. Todo eso le valió, pero sobre todo ese gol milagroso y salvador, para estar en el once ideal de aquella jornada. Era el tercer gol del Tucu en lo que va de Liga. Iago Aspas lleva 16, Maxi 14, Pione y Wass llevan 4 cada uno y el Tucu aparece con tres goles en 13 disparos realizados. El debate podrá seguir pero, mientras, el de Tucumán se dedicará a robar balones, a hacer coberturas a los defensas y a ganar duelos aéreos.

 
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