El concejal de Ciudadanos y la placa de Franco
El comentario de Juan Francisco Rojo
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Palencia
Menudo revuelo que se ha organizado por la ocurrencia de un concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Autilla del Pino de colocar en el exterior de su vivienda, a la vista de los paseantes, una placa con una foto de Franco y un texto en el que se podía leer Avenida de Francisco Franco. La alcaldesa de Autilla del PP, enfrentada al edil del partido naranja, ha sido hábil. Difundía un comunicado en el que denunciaba este hecho, lo condenaba y expresaba que roza la apología, además de vulnerar la Ley de la Memoria Histórica.
Está bien que un cargo popular exprese sensibilidad con una ley en la que ese partido nunca ha creído. Inmediatamente en las redes se abría un debate y algunos internautas defendían que cada uno en su propiedad privada coloca lo que quiere. Yo discrepo de esta máxima. La propiedad puede ser privada, pero este nostálgico de Franco, o a lo mejor es un bromista y yo no le pillo el humor, es un personaje público. Un cargo, uno de los más dignos que se puede ostentar, el de concejal, que representa a un partido democrático que además quiere enarbolar el estilo de la nueva política.
Ser concejal y colocar una placa de Franco en tu casa delata un sospecho tufillo de afecto al régimen, amén de atentar en contra el ideario del partido al que representas. Tanto es así, que ante la polémica suscitada, el concejal se ha dado cuenta de su torpeza y ha retirado la placa, según anunciaba a preguntas de los medios de comunicación. Dice que en su casa tiene muchas cosas, entre ellas una bandera republicana. Puede ser. Pero, amigo, optaste por exhibir a tu pueblo la imagen de Franco. No me imagino a un representante político alemán de un partido democrático colocando una placa de Hitler en la fachada de su vivienda. Me parecería deleznable. Lo mismo me pasa con lo que ha ocurrido en Autilla.
Resumiendo: si eres cargo público debes medir cada uno de tus gestos y acciones. Claro que tu casa es privada; pero si colocas en un lugar visible un símbolo, foto o elemento fascista, prevalece tu condición de persona pública y has cometido un craso error que tu partido no puede permitir porque ensucia su imagen democrática. Como mínimo es un gesto frívolo y de mal gusto ante la terrible realidad histórica que supuso la eterna etapa de Franco, por mucho que algunos quieran olvidarla o dulcificarla.