Vidas invisibles; muertes ignoradas

Bilbao

El martes de la semana pasada murió en la calle, en María Díaz de Haro, en Bilbao, Koldo. Un centenar de personas, amigos, compañeros le despidieron el miércoles en Bilbao y, de paso, rindieron homenaje a todas las personas sin hogar.

Busco en los periódicos, agencias, en mi emisora...detalles de lo que le pasó. Poco o nada encuentro. Y es un fallecido. Me pregunto, avergonzada, qué habríamos hecho si hubiese sido un trabajador víctima de un accidente laboral; una mujer asesinada por su pareja. ¿Por qué discriminamos entre muertos?

Cuando recibió el Vasco Universal, dijo el jesuita Jon Sobrino que "los seres humanos nos dividimos, ante todo, según demos o no la vida por supuesto". Koldo, las personas sin hogar...no tienen garantizado ni ese derecho fundamental. Y en Euskadi 300 personas viven en la calle.

Koldo no merecía morir. Nadie lo merece. Y tampoco que su muerte pasase desapercibida. Nos ha faltado empatía. Tenemos que hacerles visibles. Por dignidad, como dice la campaña de Beste Bi.