Carmona al rescate

Gijón

"Nos hace falta ganar un partido como sea". Era el estribillo más repetido en Mareo. Jugadores y técnicos del Sporting repetían semana tras semana la cantinela, aprendida ya de carrerilla. Parecía que no llegaría nunca, pero llegó. El Sporting ganó. Casi tres meses después, pero ganó. Ganó como ganó y a quien le ganó, pero ganó. Ese era el objetivo: ganar. Y a partir de ahí crecer. Lo primero se consiguió; lo segundo se presenta como el nuevo reto.

En el duelo para dilucidar quién estaba peor, Osasuna arrasó. Mirándose en ese espejo, el Sporting puede hasta sacar pecho. Bueno, no exageremos. Pero los rojiblancos, sin hacer un partido muy bueno, fueron muy superiores a su rival y justos vencedores, por tanto, del partido. De hecho, pocos encuentros se ganarán con la facilidad con la que los de Abelardo se impusieron a un rival que demostró no tener ni fútbol, ni puntería ni la casta que históricamente caracteriza al equipo navarro.

El Sporting sí fue intenso. Eso no admite debate. Salió con más ímpetu, con un trabajo de presión encomiable, pero con muchas imprecisiones. En los primeros minutos Osasuna parecía tener más poso, pero fue un error: lo suyo era directamente parsimonia.

La tensión se cortaba en El Molinón. Aquello no era un partido de fútbol; era un duelo de temores. Nadie se atrevía a arriesgar, porque un error podía ser fatal. Pasaban los minutos sin que ni uno de los dos equipos disparara entre los tres palos. Lo que no se intenta, nunca se consigue. Alguien tenía que intentarlo. Y ese alguien fue Carmona.

De suplente a estrella

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El debate es ventajista, pero inevitable. ¿Por qué en una temporada en la que el nivel ha estado tan bajo Carlos Carmona ha tenido una participación tan residual? Los defectos del jugador son conocidos, pero sus virtudes también. Y esas virtudes a veces son suficientes para ganar partido. Es evidente que a otros, esta temporada, se les ha tratado mucho mejor. En el Bernabéu Carmona ya aprovechó la oportunidad; ante Osasuna directamente se echó el equipo a la espalda. En el minuto 41 lanzó un primer aviso con una buena internada en el área que acabó con un disparo desviado. No falló tres minutos más tarde, con un remate de cabeza inapelable a un buen centro de Amorebieta. Carmona se aprovechó del ligero despiste de Clerc al medir la trayectoria del balón. El gol llegó en un momento clave, justo antes del descanso.

Osasuna no tuvo ni capacidad de reacción. Sergio León, un buen delantero que en verano estuvo en la órbita del Sporting, lanzó un aviso en el primer balón que tocó en la segunda parte, disparando desviado. Y ahí se acabó otra vez Osasuna. Sobre todo después de que cayera el segundo gol, obra de un jugador que paso a paso va reivindicándose: el brasileño Douglas, que recibió un buen pase de Moi Gómez desde la izquierda para, dentro del área, batir sin titubeos a Nauzet.

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En el sistema 5-4-1 Douglas se siente cómodo en la derecha, igual que Isma López en la izquierda. Liberados de exigencias defensivas, ambos pueden dar rienda suelta a su tendencia a irse arriba. El navarro pudo marcar el tercero, pero se lo sacó Nauzet en dos tiempos. Lo que sí consiguió fue, en un buen contragolpe, asistir a Carmona, que marcó un golazo picándola por encima de Nauzet.

No gestionó bien el Sporting los minutos finales, permitiendo a Osasuna llegar un par de veces al área y que en una de ellas Miguel Flaño marcara el gol del honor, que únicamente sirvió para estropear ligeramente el golaverage.

El resultado sirvió para sacar al Sporting de puestos de descenso, al menos temporalmente. Pero sobre todo sirvió para recordar la sensación que supone ganar un partido, algo que empezaba a olvidarse. Con 12 puntos y a falta de cinco partidos, el objetivo de alcanzar los 20 en la primera vuelta es difícil, pero no imposible. Con 9 puntos las cuentas saldrían mucho más complicado. El Sporting ya ha ganado un partido; ahora es necesario que caigan unos cuantos más.