Las fracturas no dan risa

A Coruña

A veces es difícil encontrarse el sentido del humor. Como no tiene un emplazamiento fijo, uno se levanta por la mañana y lo busca por todas partes. Hasta que averigua que las noticias cuentan cosas graciosas. El problema es que son ciertas. Todo chiste funciona como tal solo como deformación de la realidad. Y un día Trump llegó a presidente.

Sin gracia hemos constatado que las fracturas abiertas en las últimas décadas se han engrosado hasta permitir la desaparición del disimulo en el lenguaje. En el nivel de las palabras lo políticamente incorrecto es hoy lo que políticamente da rédito. A tal punto ha llegado el desprecio hacia los eufemismos que camuflaban las grietas, que “hablar claro” se ha convertido en una fuente de autoridad, aunque con demasiada frecuencia “hablar claro” se traduce en hacerlo sin el menor respeto hacia otras sensibilidades y de forma que la contundencia oculte las contradicciones. En lugar de conducir los odios, se les da voz.

El techo que había sobre Hillary no era de cristal, sino de hormigón armado. No es que no haya ganado una mujer, es que ni siquiera hace falta fingir que se cree en la igualdad para ganar.

Por eso, el pacto social contra la violencia machista que se debate en A Coruña debe ocupar un lugar de primer orden. Por eso, el nuevo albergue para personas sin hogar en Monte Alto es una acción de responsabilidad, no de caridad. Por eso, urge coser los discursos con audacia, pero con grandeza. Para que, si hay grietas, decía Cohen, por ellas entre la luz, no el frío.