Galicia, ese gigantesco tanatorio
A Coruña
Galicia se consume hoy y proyecta su estado de depresión hacia los próximos 15 años. Entonces, en 2031, tendrá 230.000 habitantes menos, será quien lidere el descenso demográfico en todo el estado según un estudio del Instituto Nacional de Estadística. Ya no somos un territorio atractivo en el que hacer venir a otros al mundo.
Durante años hemos asistido a las advertencias de los expertos sin que nuestras instituciones hicieran nada por cambiarlo. Una pasividad sorprendente. Bien al contrario hemos sido ejemplo de una política de recortes que equilibra unas cuentas mientras desequilibra otras.
De todas las ideas que se mascaron cuando, derrumbado el del ladrillo, se comenzó a hablar de la importancia de encontrar un nuevo modelo, nunca pensamos que se impondría esta: la de convertirnos en un gigantesco tanatorio, en una última estación, en un buen lugar para morir.
Existe alguna conexión siniestra, porque mientras morir es una realidad pasiva, un camino que se recorre inexorablemente, aun estando quieto, nacer o hacer nacer sí precisa de actividad ¿Pero cómo construir juntos si lo que falta es la voluntad de hacerlo? Los proyectos conjuntos requieren de acción y no de espera, la misma carencia que dificulta cerrar un área metropolitana o un gobierno local estable por atender a intereses de minifundio. En el fondo diferentes puntos de la misma línea, nos cuesta demasiado crear cosas que valgan la pena.
Concluye el estudio del INE que viviremos menos y lo haremos solos, aumentan las viviendas unipersonales. El universo propio será el universo. Escribió Cortázar: El futuro. “Y sé muy bien que no estarás (…) / No estarás para nada / no serás ni recuerdo / y cuando piense en ti / pensaré en un pensamiento / que oscuramente / trata de acordarse de ti.”