El derecho a jugar
El comentario de Ana Mellado
Palencia
Ayer conocíamos que el Consejo escolar de Castilla y León presentaba un documento de buenas prácticas con 24 propuestas, para que los centros educativos decidan cómo gestionar o limitar los deberes que los alumnos se llevan a casa. Aunque la última palabra finalmente la tengan los colegios es bueno que por fin se haya abierto este debate.
Los defensores de las tareas fuera de las aulas argumentan que con ellas se crea un hábito de trabajo en los niños, pero no sé por qué motivo ese hábito no se puede adquirir dentro de la clase en las edades más tempranas. Hablamos de largas jornadas en el colegio, a las que a veces se suman las actividades extraescolares, que para niños de infantil y primaria, son más que suficientes para fijar los conceptos de cada materia.
Un niño que se pasa la mitad del día en clase debería poder ocupar el resto de su tiempo en jugar, experimentar al aire libre o practicar un deporte. Porque con esto último los más pequeños también aprenden, crecen y se desarrollan. De hecho las familias deberían ser conscientes de que procurar esas horas de ocio a sus hijos es tan importante como llevarles al colegio.
Ya sabemos que la sociedad y las obligaciones a veces nos lo ponen difícil. Pero no les privemos del derecho al juego, que por cierto es uno de los recogidos por la Convención de los Derechos de los Niños de Naciones Unidas.
Y si el sistema es imperfecto y requiere de esos deberes, intentemos cambiarlo por otro en el que no sean necesarios. Un buen comienzo sería alcanzar ese sistema educativo consensuado que cada vez más reclaman, para acabar con la dinámica de “a nuevo gobierno nueva ley”.
Claro que para esto hace falta voluntad política, y el máximo responsable en este ámbito en nuestro país, el ministro de educación en funciones, ya ha dejado clara su postura esta misma semana en el pleno del congreso. Una sesión en la que se debatía sobre la derogación de la LOMCE y a la que Méndez de Vigo no acudió hasta el momento de la votación. No parecían interesarle demasiado los argumentos del resto de grupos, terrible error a la vista del resultado, que ha pedido por mayoría la paralización inmediata de la ley.