La Triana perdida de Canales pone emoción a la Bienal
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Esther Rodríguez
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Sevilla
El mensaje era explicito desde que subió el telón. Un Antonio Canales sobre una montaña de arena y dos andamios que simbolizaban las fábricas de azulejos y una especulación inmobiliaria que arraso con los corrales y el estilo de vida de la Triana de los 50 y 60. El éxodo obligado que desmembró a las familias gitanas y payas.
El bailaor sevillano ha querido mostrar su versión de los hechos, en primera persona. Y lo ha hecho con la ayuda de su madre. Ella era el hilo conductor de la historia, donde también puso el arte una Carmen Ledesma que inicio su actuación bailando descalza y por tientos.
Una noche en la que no faltaron los dos señoritos y sus caballos, su altivez y su desprecio para los vecinos de Triana que olvidaban el hambre con el cante. Unos tanguitos de Triana que gustaron a todos. Como el cariño que mostraron Canales y una madre con Triana en las venas.
Un buen espectáculo que terminó sorprendiendo al personal , al concluir con la botella de anís y la pandereta, celebrando la Nochebuena. En la calle la noche superaba los veintitantos grados.