Ocio y cultura
PÁGINAS DE MI DESVAN

El revuelo de las majorettes y otras anécdotas curiosas de Cuenca

¿Por qué se enfadó el cantante Víctor Manuel en un concierto en Cuenca? ¿A qué torero esculpió Pedro Mercedes en un botijo? ¿Por qué se celebró el primer concurso hípico? ¿Por qué pasó el pintor Bonifacio una noche en comisaría y descalzo?

Desfile de majorettes en Cuenca en 1974. / José Luis Aceñero

Desfile de majorettes en Cuenca en 1974.

Cuenca

En el programa de esta semana, José Vicente Ávila hace un repaso por algunas anécdotas ocurridas en las fiestas de San Julián en tiempos pasados. Estos serían los titulares:

- El paseíllo del niño Pedro Mercedes, que hizo en barro la cara de Manolete.

- El perro negro que llamaba a Chupagrifos con sus ladridos.

- La frase de la madre de Juanito Recuenco: ¡traerme el Júcar y os hago una zurra!

- La casual llegada del Concurso Hípico para sustituir a los toros porque la plaza se “hundía”.

- Los botines que le lanzó el pintor Bonifacio a su amigo Diego Puerta, que le costaron su detención.

- El chófer de Paquirri que se vistió de banderillero.

- El revuelo en el desfile de las Majorettes de Nimes en minifalda.

- Ana Belén y Víctor Manuel cantando “miralá, miralá… la torre de Mangana”, tras un incidente.

- La feria de los conquenses Coll, Perales y Mari Carmen, de 1983, profetas en su tierra.

Escucha a continuación el programa completo:

Páginas de mi desván. Lances anecdóticos

26:01

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Mayorettes en minifalda por Carretería

Comentarios y miradas. Las fotografías de José Luis Aceñero sobre el desfile de “Les Mayorettes de Nimes”, en la Feria de San Julián de 1974, son un auténtico documento del revuelo que produjo en la llamada ciudad levítica la presencia de las bellas y joviales francesas con minifalda y airoso sombrero de copa, que le dieron un aire juvenil, festivo y con su punto de erotismo, al Concurso Desfile de Carrozas y Batalla de Flores, que se celebró el día 20 de agosto, a las ocho de la tarde. Las mayorettes de Nimes causaron sensación no sólo en el público que llenaba las aceras, sino también en la propia Policía Armada, vigilante para mantener el orden ojo avizor. Tal fue el éxito de las jóvenes francesas que el día 21 volvieron a desfilar por la Avenida de José Antonio (Carretería), a las doce de la mañana, entre el alborozo casi general.

Ana Belén y la torre de Mangana

El concierto de Víctor Manuel y Ana Belén se celebró en la feria de 1986 en la plaza de toros. El cantante asturiano interrumpió su actuación para decir ante un asombrado público: “En veinte años de actuaciones, nunca me habían lanzado ningún objeto. El hijo de “p” que ha lanzado dos botes amparándose en la oscuridad, que salga y se vaya de la plaza de toros”.

Se dividieron las opiniones y al final el gamberro, localizado por espectadores cercanos, tuvo que salir del coso taurino. El concierto tuvo su final feliz cuando Ana Belén interpretó aquello de “mírala, mírala, la puerta de Alcalá”, dedicando los últimos compases a Mangana: “Mírala, mírala, la Torre de Mangana”.

Manolete y Pedro Mercedes

El 5 de septiembre de 1927 hacía el paseíllo, junto a los toreros Marcial Lalanda, Valencia II y Martín Agüero, un niño de seis años que quería ser torero.

Se llamaba Pedro Mercedes, que no pasó al escalafón de los toreros por una cornada en Las Majadas, sino a ese escalafón especial de los alfareros, haciendo arte del barro. Un botijo con la cara de Manolete paseó el “Monstruo” de Linares en Madrid, hecho por el alfarero de San Antón, y tanto le gustó a Manolete, que cuando vino a torear a la feria de Cuenca, en 1944, quiso conocer a ese artista del barro que tenía “similitudes con Pablo Picasso”, al decir de los concurrentes, pues Pedro Mercedes, en su sencillez sólo quería conocer al torero por el que sentía predilección.

Los botines de Bonifacio Alfonso

Bonifacio Alfonso Gómez terminó en la comisaría tras lanzarle unos botines al torero Diego Puerta. Esta historieta ocurrió en la feria del año 1969. Actuaban en la tarde del 23 de agosto Diego Puerta, Francisco Rivera “Paquirri” y Ángel Teruel. Entre el público se encontraban los pintores Antonio Saura, Fernando Zóbel y Bonifacio Alfonso Gómez.

El vasco “Boni”, que se afincó en Cuenca durante muchos años, como un vecino más, había sido torerillo y por tanto compañero de capeas de toreros como Antoñete, Miguelín y el propio Diego Puerta. Esa tarde, Bonifacio fue a los toros para ver a su amigo “Diego Valor”, que vio cómo la lidia de su primer toro transcurrió entre una bronca monumental, que se escuchaba desde el Cerro del Socorro.

Bonifacio tenía la costumbre de calzar unos botines de ante, cuando iba a los toros o cuando acudía a un tablao flamenco. Ya se sabe que a los toreros les lanzan botas de vino en las vueltas triunfales al ruedo, pero en un arrebato, “Boni” se quitó uno de los botines y se lo tiró a su amigo Diego Puerta, que ya estaba fallando a espadas tras su espantá con la muleta. Bonifacio estaba sentado delante del piquete de la Guardia Civil en el tendido 1, y uno de los agentes le llamó al orden diciéndole que estaba prohibido lanzar objetos al ruedo; a lo que “Boni” exclamó: “¡Ah sí!, pues yo le lanzo el otro botín porque es amigo mío”. Y lo tiró a la arena, al lado del torero…

¡Menudo revuelo! se armó. Bonifacio, descalzo con calcetines amarillos, fue llevado a un cuarto oscuro de la plaza, sin ver la segunda gran faena de Diego Puerta, que se sacó la espina y cortó una oreja. Fernando Zóbel, apesadumbrado por la detención de Bonifacio, registró el incidente en sus “apuntes del Río Júcar y la Piedra del Caballo”.

El pintor guipuzcoano pasó la noche en los calabozos de Comisaría, pese a recibir la visita de casi todo el Grupo “El Paso” para salir del paso, e incluso el presidente de la Peña Taurina, José María Morate, le hacía ver al comisario, escenificando los pases, que Bonifacio tenía razón porque el torero había sido un “petardo”. “¡El Reglamento es el Reglamento!”, dijo el comisario, quien permitió que la mujer de Boni, Mari Carmen Flores, le acercase un bocadillo de tortilla francesa.

El primer Concurso Hípico

El Concurso Hípico entra también en el terreno de la anécdota, pues se recurrió a este espectáculo un año en el que no hubo toros por falta de seguridad en la plaza. Fue en 1958 cuando caballos y jinetes llegaron a Cuenca, en el único año en que no hubo toros porque la plaza se “hundía”, según el informe del aparejador municipal. Ante tal disyuntiva, el alcalde Bernardino Moreno, Pedro Yuste, Arcas y Gregorio de la Llana, realizaron intensas gestiones para que el Concurso Hípico, que tenía fama en algunas provincias, se pudiese celebrar aquí. Aún recuerdo ver pasar por la calle de Colón y el puente de San Antón los caballos al trote camino de La Fuensanta para el salto de obstáculos y la grave voz de los altavoces: “En pista, caballo “Aguilito”, montado por el señor Amorós; preparado “Remisol”, de Jesús Andujar; prevenido, “Director”, del teniente García Díez, que fue el ganador de ese I Concurso. Cincuenta y ocho años después, el Concurso Hípico es uno de los grandes atractivos de la feria, y los toros volvieron de nuevo en 1959, con la última actuación de Chicuelo II, alternando con Antonio Ordóñez y Pepe Cáceres, y la presencia del escritor norteamericano Ernest Hemingway, que seguía a Ordóñez.

Paco Auñón

Paco Auñón

Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...

 
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