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‘Rumours’, una obra magnífica que salió de la tormenta

El mal momento de Fleetwood Mac propició que el grupo creara en 1977 uno de los más grandes discos de la historia

'Rumours' es una de las joyas de la historia de la música a pesar de las tensiones que vivió el grupo / Warner Bros.

'Rumours' es una de las joyas de la historia de la música a pesar de las tensiones que vivió el grupo

Fuenlabrada

Con estos aires del folclore celta nos adentramos en uno de los discos más importantes de la historia: ‘Rumours’, de Fleetowood Mac, publicado en 1977 como undécimo álbum de la banda y que desde entonces ha vendido unos 40 millones de copias. Un gran álbum que, sin embargo, nace en el peor momento del grupo.

‘Rumours’, una obra magnífica que salió de la tormenta

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Y es que su anterior disco fue también su primer número uno, y eso hizo que la fama tensionara internamente el grupo, que llegó a vivir dos rupturas sentimentales entre cuatro de sus miembros, como de hecho se relata en esta primera canción, ‘Second hand news’. Ya en el segundo corte cambiábamos un poco el paso.

Tras un inicio potente, descubríamos aquí ‘Dreams’, que fue seleccionada como segundo single y que se convirtió en uno de los temas más exitosos del grupo. Aunque, si me permiten un apunte personal, es de las canciones más planas y aburridas de la banda. Pero funcionó y consiguió elevar el disco al número uno a pesar de esas cuitas internas que sacudían al grupo.

A continuación escuchábamos un tema que se ha quedado en un segundo plano pero que quizás sea de lo mejor que tiene este grupo. ‘Never going back again’ se manejaba de nuevo en terreno folk gracias especialmente a su compositor, Lindsey Buckingham, que había llegado al grupo a mediados de los 70 con su novia Stevie Nicks para dar el impulso definitivo al grupo, aunque fuera una de las parejas que se rompió en este disco. El tema fue editado como ‘cara B’ de otro exitazo: ‘Don’t Stop’.

Volvemos aquí a una canción de ruptura amorosa, en este caso con Christine McVie y John McVie como protagonistas, también cantante-teclista y bajista, respectivamente, de la banda. En realidad el disco era esto: un sonido más o menos alegre, pero con letras que relataban el desagradable trago por el que estaban pasando. Menos mal que imperó la profesionalidad para publicar este maravilloso disco.

En el quinto tema nos encontramos con otro tema poderoso, ‘Go your own way’, que fue elegido como primer single y que demuestra que la producción de los sonidos, especialmente los de guitarra y las armonías de voces, estaban tratadas con mucho gusto a lo largo del álbum y lograron por ello uno de los discos pop más redondos de la historia.

Llegábamos sin embargo al final de la ‘cara A’ con una canción mucho más tranquila, ‘Songbird’, que parecía querer rebajar la tensión por la que lírica y musicalmente habíamos pasado hasta entonces. Le dábamos la vuelta al vinilo para abrir la segunda parte con un recopilatorio de descartes que acabaron conformando ‘The Chain’, con un solo destacable pero con un riff de dobro, un tipo de guitarra metálica, bien reconocible.

Por cierto, que este tema es el único que firman los cinco miembros del grupo. Aunque esta parte del disco es menos notable que la primera, aquí encontrábamos ‘You make lovin’ fun’, otra canción de infidelidades y amoríos en el seno del grupo que se transformaban con sorprendente naturalidad y sencillez en grandes temas.

El disco está maravillosamente bien trenzado, calculando los cambios de ritmo como si de una etapa ciclista se tratase. Eso hizo que algunos temas se cayeran y fueran sustituidos por otros en el mismo estudio de grabación. Es el caso de ‘I don’t want to know’, compuesto por Buckingham y Nicks mucho antes de ingresar en el grupo pero que los demás consideraron que le venía al pelo a este ‘Rumours’.

Ya vamos llegando al final del disco y en su penúltima canción encontramos un bonito tiempo lento en el tema ‘Oh daddy’, con una progresión de acordes algo oscura pero llena de detalles que la convierten en una canción espléndida.

Y así llegábamos al final de esta obra maestra, protagonizada por la tensión, los celos, las drogas y, sobre todo, por el gran talento musical de Fleetwood Mac. Cerraba el disco ‘Gold Dust Woman’, un tema que transmite las altas horas de la madrugada a las que fue grabado para convertirse, también, en otra joya.

 
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