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LA MAR DE MÚSICAS

Fiesta total con Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra en la clausura del festival cartagenero

La banda serbia fue precedida de los suecos Bob Hund en una noche con lleno absoluto en el Parque Torres

Lamardemusicas

Cartagena

La última jornada de la 22ª edición del festival La Mar de Músicas de Cartagena estuvo protagonizada, por orden de actuación en el Parque Torres, por la banda sueca Bob Hund, y por los serbios Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra.

La primera sorprendió con un estilo difícil de clasificar: guitarras envolventes, con punteos largos al estilo de Simple Minds, teclados con acordes parecidos a los de Kraftwerk , -o más cercanos, Almodovar y McNamara-, y una actitud para la fiesta como la de los Pixies. El vocalista de esta formación creada en 1991, Tomas Öberg, se mueve en el escenario como hiciera Alejo Stivel en los primeros tiempos de Tequila: saltando sin parar, subiéndose en monitores apilados, manteniendo una lucha con el cable del micrófono, y yendo ataviado con pantalones y camisas rojo chillón, antifaz de superhéroe, corbata negra, un guante de cada color en cada mano, y –al final del concierto- con un despiporre que evocaba a The Who en su etapa más destroyer.

En una de sus canciones fueron arropados por un nutrido grupo de coristas femeninas de Cartagena, que habían aprendido las estrofas en sueco para la ocasión.

Su actuación fue una de las más frescas y rompedoras del ciclo, y no fue casualidad que les cupiera el honor de cerrar el festival en representación de Suecia, el país invitado de esta edición. Gustaron mucho en su estreno y único concierto en nuestro país.

Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra

El numeroso combo serbio volvía a La Mar de Músicas después de haber dejado su sello en ediciones precedentes, y lo hizo con un concierto en el que sus diez componentes pusieron a bailar a todo el auditorio, abarrotado, desde la primera nota. Su instrumentación está compuesta por guitarra eléctrica, violín, teclados, bajo, batería, percusión, trompeta y saxo, y su repertorio incluye una canción en español que rinde homenaje a la cerveza, y que, según dijeron habían compuesto para Cartagena. Además, sacaron a bailar a quince jóvenes durante dos canciones, ensayando una curiosa coreografía, y más adelante, nuevo contacto con el público en las tablas.

Esta banda ha convertido la pachanga en arte, porque no reniegan de sus influencias gitanas ni de su estilo jaranero, sin renunciar a ensayos sonoros más sofisticados. Una amalgama de influencias que les convierten en únicos e irrepetibles. Y es que Emir Kusturica es un artista multidisciplinar, con larga trayectoria y premios como director y actor cinematográfico.

Casi al final del concierto, la idea de alguien de lanzar al público dos gigantescas pelotas de las marcas patrocinadoras, de más de un metro y medio de diámetro cada una, y el hecho de que el auditorio estuviera dispuesto en grada, hacían que éstas se fueran hacia el escenario arrollando a músicos, y parte del material sonoro. Por minutos, los artistas tuvieron que tocar con la actitud de Indiana Jones perseguido por la inmensa bola rodante. Pese a todo, una gozada el concierto de los serbios.

Traca final

Aunque todavía quedaba la actuación en el Castillo Árabe de Club 8, dúo sueco de música electrónica, el certamen se dio por concluido en el escenario central con una vistosa función de fuegos artificiales sobre el puerto de Cartagena, mientras sonaba “Purple Rain” de Prince para ilustrar una galería fotográfica del festival y acto seguido, “Gimme, gimme” de ABBA, como grupo más representativo del país invitado, mientras en la pantalla se leía: Adios, Suecia.

 
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