‘Gibraltar, otra vez’
Firma Rosario Pérez, 'Gibraltar, otra vez'
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Algeciras
Desde un punto de vista político, y también, en consecuencia, desde un punto de vista periodístico, todo lo que tenga que ver con Gibraltar resulta siempre, a este lado de la Verja, una tentación irresistible. Todo se presta a valoraciones, declaraciones y conjeturas, todo se convierte en carne de titular y de portada de periódico, todo se magnifica. Cuando el hecho presuntamente noticioso se produce, además, en los meses de verano, en plena temporada de habitual sequía informativa, entonces ya se juntan el hambre con las ganas de comer, y el tema en cuestión se suele estirar hasta el infinito y más allá, hasta que deja de dar de sí, parece perder todo interés, y acaba en ese simbólico cajón desastre que parece no tener fondo: el cajón de los asuntos olvidados.
Hace tres veranos, por ejemplo, el tema estrella fue el lanzamiento al mar de bloques de hormigón: el Gobierno de la colonia británica afirmaba que lo hacía para proteger sus fondos marinos, y desde España se les acusó de boicotear a nuestros pescadores destruyendo uno de sus caladeros. Como ya había ocurrido otras veces, la escalada de tensión fue yendo a más, y una de sus consecuencias fue el endurecimiento de los controles en el paso fronterizo, provocando largas colas de vehículos y peatones y ocasionando pérdidas económicas principalmente a la ciudad de La Línea, cuyos comercios y establecimientos de hostelería tanto se benefician, en épocas de tranquilidad, de la relación de vecindad con su clientela gibraltareña.
En cualquier caso, no era el primer “conflicto pesquero” que se vivía en la comarca en relación con Gibraltar, ni mucho menos, y no hace falta ser adivino para aventurar que tampoco será el último. Es lo que tiene compartir una Bahía con un territorio cuyas aguas llevan siglos en litigio.
Este verano, como era de esperar después de lo inesperado, le ha tocado al Brexit. Y en este caso, cabe decir que resulta más que justificado que el tema vaya para largo, porque sus consecuencias pueden resultar perjudiciales para mucha gente, para mucha más que para unas decenas de pescadores.
Como suele ocurrir en todos los asuntos relacionados con Gibraltar, la única colonia en territorio europeo en pleno siglo XXI, no hay cifras oficiales que contenten a todos por igual, pero parece ser, según las últimas estimaciones, que cerca de 10.000 personas cruzan diariamente la Verja para buscarse la vida en el Peñón. Teniendo en cuenta que ni en Londres ni en Bruselas parecen saber muy bien todavía cómo se va a producir esa “desconexión” europea del Reino Unido, ni que consecuencias tendrá, a corto y a medio plazo, resulta más que comprensible que en el colectivo de trabajadores españoles en Gibraltar reinen la preocupación y la incertidumbre. Como era de esperar, la maquinaria de las visitas más o menos institucionales, las fotos, los abrazos, los grandes gestos y los titulares grandilocuentes no ha hecho más que comenzar a funcionar.
Ahora habrá que esperar a ver cuánto dan de sí los pulsos, la voluntad real de llegar a acuerdos que beneficien a la gente de a pie, y las buenas intenciones. En el verano en el que se van a cumplir 10 años de los Acuerdos de Córdoba, aquellos que permitieron, entre otras cosas, que llegaran a volar aviones entre Madrid y Gibraltar, y que se pusiera en marcha un Foro Tripartito de diálogo, que nos empezáramos a tomar todo esto en serio sería, sin duda, la mejor de las noticias.
