Ocio y cultura
EMILIO DURÁN

Quijotes de carne y hueso

Emilio Durán homenajea a los cientos de personas anónimas que, de forma desinteresada, dedican gran parte de su vida y su tiempo a defender y apoyar a los más débiles de la sociedad.

Emilio Durán pone en valor la labor desinteresada de cientos de personas en apoyo de los más desfavorecidos de la sociedad

Emilio Durán pone en valor la labor desinteresada de cientos de personas en apoyo de los más desfavorecidos de la sociedad

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Ciudad Real

En este cuarto centenario de la muerte de D. Miguel de Cervantes Saavedra, plagado de homenajes y eventos, permítanme, amables lectores y oyentes, hacer una sencilla mención de honor a los muchos Quijotes que conviven entre nosotros “desfaciendo toda clase de entuertos” y dispuestos a emprender las más arriesgadas aventuras en defensa de desamparados y débiles.

Cierto que algunos, los menos de los que se nos muestran como tales, esconden bajo su armadura el tan común espíritu sanchopancista: más que los ideales pesan las ganancias de las hazañas y más que el honor es el gobierno de una ínsula lo que importa. Falsos quijotes que cabalgan allá por donde la desventura colectiva sea propicia para su particular y lucrativa aventura, arremetiendo contra molinos sin viento que pueda abatirlos, tratando así de confundir y conquistar a nobles y villanos. Dad crédito a las obras y no a las palabras. Sabio consejo éste de D. Quijote para desenmascarar a farsantes.

Pero no es a éstos, sino a los auténticos caballeros andantes que, por fortuna, abundan en tierras manchegas a quienes quiero dedicar estas breves líneas. A todas esas personas, hombres y mujeres, que, desinteresadamente, acuden en auxilio de menesterosos, descarriados, desvalidos y enfermos, llevando en sus alforjas un poco del remedio para sus males.

La mayoría de ellos se confunden bajo las siglas de una ONG o son anónimos voluntarios en instituciones públicas o privadas, tanto religiosas como seglares. No se conforman con aportar una simple ayuda económica o con marcar la casilla de su declaración de la renta con lo que la inmensa mayoría de los mortales tranquilizamos la conciencia. Van mucho más allá: se humillan ante los poderosos para dar de comer a los que pasan hambre –no hay acto más humilde y noble a la vez que pedir limosna para los necesitados-; llevan consuelo a los afligidos que purgan sus faltas en centros de internamiento y rehabilitación; socorren a los que huyen del horror; iluminan los rostros apagados de niños inocentes que penan en el inframundo o entre las frías paredes de un hospital; llenan y hacen humear las ollas de comedores públicos… y tantas otras hazañas dignas de ser contadas, que bien merecen el reconocimiento y homenaje en este año cervantino y por ello quijotesco, que, además y para mayor abundamiento, lo es también de la misericordia.

Sean, pues, bienaventurados estos quijotes de carne y hueso, y vaya para ellos toda la gloria y honores de los que son merecedores los caballeros andantes que, como el de la Triste Figura, se muestran siempre prestos a entablar singular batalla contra despiadados gigantes tales como la enfermedad, la soledad, el odio, la indiferencia o el que, en palabras de D. Quijote, es el mayor contrario que el amor tiene : el hambre.

 
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