Esta noche el Palencia Baloncesto puede subir a la ACB

Palencia

Esta noche el Palencia Baloncesto puede subir a la ACB. Un hecho histórico para una ciudad pequeña como la nuestra.

Durante los últimos años se han hecho cosas muy buenas en el Quesos Cerrato. Un buen presidente y junta directiva que han sabido tener los pies en la tierra, no endeudarse, buscar buenos jugadores, entrenadores, colaboradores… Y sobre todo ilusionar a una afición que ha llenado todas las semanas el Pabellón Marta Domínguez. Ojalá, por cierto, que pronto se le cambie el nombre.

Un ejemplo a la hora de gestionar un club. Ojalá que cuando lleguen las vacas flacas sigamos apostando por nuestro equipo de baloncesto y no caigamos en esas críticas que han destruido a tantos equipos en Palencia.

Me parece una vergüenza que los que hoy podamos ganar en la cancha nos lo prohíban los despachos. No entiendo porque hay que pagar esa cantidad de dinero para entrar en la ACB. También me gustaría que los diversos partidos políticos dejen de lado sus intereses partidistas y consensuen lo mejor, sea ampliar el Pabellón o cubrir la Plaza de Toros.

Pero me quiero quedar en mi comentario con lo positivo de esta jornada. El día de hoy será recordado siempre en nuestra ciudad. Por fin no salimos por cosas negativas en los medios de comunicación nacionales.

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Un equipo que nos une a todos y que deja nuestras rencillas particulares aparcadas durante dos horas. Me pregunto si el ejemplo de nuestro equipo no nos puede ayudar a apostar por lo que nos une en nuestra ciudad.

Necesitamos en la sociedad en la que vivimos una apuesta clara por el trabajo en equipo. Apostar por lo que nos une. Unir fuerzas, talentos, capacidades para construir un mundo mejor. Un espíritu de equipo dónde no se anule a las personas. Un espíritu de equipo donde se capacita a las personas, se cree en ellas y se les ayuda a sacar lo mejor que tienen. Todos estamos llamados a brillar, que no a deslumbrar

Ojalá que hoy el Quesos Cerrato gane al Ourense. En la vida hay que agradecer los buenos momentos, las fiestas, los triunfos, celebrarlos y atesorarlos como parte de la memoria, como aquello que nadie nos puede quitar, porque forma parte de nuestra vida y nuestro pasado. Y al tiempo, hay que tener la libertad y la lucidez para no aferrarse a la victoria como la única opción digna. Perder es parte de la competición. Y es también escuela. Y si uno no está dispuesto a perder, con la cabeza bien alta y sin hacer sangre de la derrota, entonces es mejor no jugar. En el deporte, y en la vida.