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Vendimiar y llevar cestos

La Firma de Doroteo González

Vendimiar y llevar cestos

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Palencia

“Si no vale para estudiar que aprenda un oficio”. Cuántas veces hemos oído esta expresión los que tenemos ya una cierta edad. Lo escuchamos en el colegio cuando al cumplir catorce años muchos niños eran descartados para comenzar su itinerario laboral siendo tan sólo unos pipiolos a los que el sistema arrojaba a la visión amarga de la vida en plena adolescencia, dándoles un sonoro bofetón tan cruel como si se les lanzase un escupitajo a su dignidad personal.

Así que los que supuestamente SÍ VALÍAN para estudiar veían el destierro de las aulas de viejos camaradas, de buenos amigos ya, condenados al desapego de la docencia camino de una incertidumbre, tanto en lo profesional como en lo social y donde una de sus mayores aspiraciones era que diesen donde diesen con sus huesos gozasen del privilegio de ser afortunados con el cobijo, no ya de un empleo fijo o un salario digno, sino de la tan básica cobertura de la Seguridad Social.

Más tarde el Estado asumió el rol de expendedor de títulos y creo los estudios de Formación Profesional alargando la educación obligatoria hasta los 16 años, superando la estricta huella de la formación técnica e incorporando la enmienda de la educación en un sentido más amplio, lo cual no logró alejar el estigma de fracaso académico de quienes se veían derivados a esa segunda opción.

Tuvieron que pasar años para entender que lo que era “valer para estudiar” no sólo debería referirse a quienes tienen buena memoria o mayor facilidad para comprender conceptos sino que, con una metodología adecuada y un nivel de motivación acertado, muchos niños y jóvenes puedan lograr buenos resultados académicos.

Pero esta visión no debe asumirse tan sólo bajo el supuesto de nuevas disposiciones legislativas sino de un cambio de actitud y, sobre todo, de la necesaria agudeza de que este enfoque tiene que sustentarse necesariamente sobre los principios de una educación inclusiva y no de una educación selectiva. Es decir, actuar en términos de las capacidades y habilidades tanto técnicas como sociales del alumnado y no exclusivamente en que cuanto más contenidos aprendidos mucho mejor, o en aprender desde la cooperación en lugar de la competitividad que centra únicamente el resultado en la meta y no en el proceso.

“Valer o no Valer para Estudiar”… Me inquieta mucho la nueva Ley de Educación que nos tratan de meter a calzador deprisa y corriendo y que parece imponer individualismo y desigualdad frente a la realidad de lo diverso y lo colectivo. Las leyes no deberían dar amparo a instruir premeditadas maneras de cómo imponer sino a cultivar el logro de armonizar las formas de cómo vivir.

 
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