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SEMANA SANTA

Fermín y Genarín

La cofradía de Genarín plantea hacer cofrade de honor al abogado de Raquel Gago, “creemos que el espíritu genariano le abdujo en León”

Radio León

León

La enigmática desaparición de Fermín Guerrero, uno de los abogados del Caso Carrasco, ha dado alas a la inspiración de los versos canallas de Genarín 2016. Según ha reconocido el abad de esta cofradía, que rinde homenaje al pellejero atropellado por un camión de la basura en 1.929, “numerosos cofrades y poetas de Genarín” están sugiriendo el 'fichaje' como cofrade de honor del conocido letrado que no se presentó en una de las jornadas del juicio por motivos que él mismo no ha querido desvelar.

Las insolentes plumas de los poetas ‘genarianos’ se han dejado llevar este año por el episodio protagonizado por Guerrero que han querido plasmar en sus versos. “Ay Genaro, si supieras. Si por milagro volvieras, harías buenos amigos. Conozco a cierto abogado, que se escaquea del juicio, haciéndose el despistado, tras una noche de vicio”, rezan las rimas escritas por el ganador de los versos genarianos de esta edición, Mario Malagón.

El propio abad de la cofradía cree que el letrado reuniría condiciones para ser merecedor de la distinción de cofrade de honor. “Creemos que el espíritu genariano le abdujo, le cegó a Fermín Guerrero en los días en los que estuvo en León”, señala irónico Maximino Barthe. Y parece que la propuesta goza de gran nivel de consenso entre los cofrades. “No sólo el ganador, hay más poetas que están reclamando que Fermín, por derecho propio, debería ser cofrade de honor”.

La tradición de la procesión de Genarín, que arrancaba en los años 50, rememora las andanzas de Genaro Blanco. En 1.929, en la noche de Jueves Santo, Genaro se encontraba en la carretera de los Cubos donde se encontraban las mujeres de moral distraída a las que, al parecer, solía visitar.

Tras una importante ingestión de orujo, Genaro sintió la imperiosa necesidad de orinar. La mala suerte hizo que, cuando se encontraba en plena faena, el pellejero fuera arrollado por La Bonifacia, el primer camión de tracción mecánica que existía en la ciudad.

Entre copa y copa de aguardiente, los apóstoles de la cofradía que elevó a este personaje a las alturas le homenajean cada año saliendo en multitudinaria procesión desde la Plaza del Grano, donde Genaro solía frecuentar, allá por los años 20, un bar llamado La Taberna del Tío Burrito. Tras recorrer el corazón del Barrio Húmedo, el desfile llega a la Carretera de los Cubos de León, donde un cofrade trepa la muralla y deposita como ofrenda un queso, unas naranjas y una botella de orujo. Éste es precisamente el momento en el que se recitan los versos que, en esta edición, tendrán al abogado murciano como gran protagonista.

La procesión profana comenzó siendo una reunión de intelectuales, contrarios a la sobriedad con la que se obligaba a vivir la Semana Santa. Los fastos han convivido con mayor o menor fortuna con la tradicional Semana Santa, una “preciosidad”, según Barthe, a la que Genarín no hace sino enriquecer y aportar “una singularidad que no tienen otras semanas santas del país”.

 

 
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