Esfuerzo sin premio

La Sociedad Deportiva Eibar sumó en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán su tercera derrota seguida en esta nueva mala racha en la que está inmerso. Pero esta vez, a diferencia de los anteriores partidos perdidos, mereció algo más de suerte. No tanto por su juego, que no fue brillante, sino por su enorme esfuerzo, porque a pesar de no sentirse cómodo, a pesar de tener que remar a contracorriente en uno de los campos más complicados de Primera división, dio la cara hasta el final, sin sentirse nunca inferior al Sevilla, y en la segunda parte hizo méritos suficientes como haber regresa a Eibar, al menos, con un punto más en su casillero.

Lo peor que le pudo pasar al Eibar en Sevilla es ponerse por detrás en el marcador tan pronto. Eso le condicionó completamente. Y más en un escenario de tanta envegadura, y contra un Sevilla que está en un momento dulce, y que como local se muestra intratable. El gol de Fernando Llorente a los diez minutos de arrancar el partido fue supuso un mazazo del que le costó salir al equipo de Mendilibar. Parecía que estaba tocado, y muchos se temían lo peor. Encima la alineación inicial de Mendilibar, poblada de jugadores por dentro y obviando las bandas, tampoco ayudaba en exceso. Al Eibar le costaba quitarse la presión del Sevilla. Pero poco a poco fue igualando sus fuerzas, y empezó a llevar el peso del partido, pero sin crear apenas peligro. El descanso le llegó cuando empezaba a creer en sus posibilidades de empatar.

Por fortuna, ese mensaje caló hondo en el vestuario. Salieron del descanso con bríos renovados, y comenzaron a tener ocasiones claras como para empatar el encuentro. Pero ni Borja Bastón ni Sergi Enrich estuvieron acertados. El Sevilla también creaba peligro, porque el ímpetu armero por buscar el empate, dejaba huecos demasiados grandes en defensa. Ninguno fue aprovechado por los hispalenses, pero gracias a otro paradón impagable de Asier Riesgo con el pie, y también gracias a la fortuna del poste en un disparo duro y seco de Iborra. Pero el Eibar no había dicho su última palabra, y en la recta final del encuentro volvió a la carga, con dominio del juego y encerrando al Sevilla en su área, Así llegó la gran ocasión de Sergi Enrich, que sólo le faltó meter el pie para marcar el tanto de la igualada. Los armeros pelearon de tu a tu con el Sevilla, le discutieron la posesión y nunca fueron inferiores, trabajaron y corrieron con más sentido, y el empate estuvo tan cerca que, quizá, hubiese sido lo justo. Mucho esfuerzo, pero sin premio final. La mala racha continua, pero la salvación sigue estándo a la vuelta de la esquina.