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La fotografía de Sergio Soto

Antes, cuando en las cajas se fumaban puros

La fotografía de Sergio Soto (25/02/2016)

La fotografía de Sergio Soto (25/02/2016)

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A Coruña

Antes, cuando todo era peor y al mismo tiempo era mejor segúnpuede atestiguar cualquier persona mayor de 70 años, los millonarios encendían los puros con billetes que hacían la función de una cerilla. Aquella imagen de la opulencia consagrada por los dibujos animados, las viñetas y las canciones protesta ofrecía a las claras un símbolo de lo que era ser asquerosamente rico. De hecho probablemente todo empezó a torcerse cuandodejamos de contar con esta potente representación. En las imágenes de hoy no verán a un millonario encendiendo su habano mientras hace arder las estrellas europeas de un billete de 500. Por desgracia, en esta nuestra decadencia hemos perdido incluso los dibujos animados. Tener pasta hoy debe medirse en algo así como productos financieros, fondos de especulación, sicav y otras cosas francamente difíciles de dibujar. Todo se ha vuelto tan complejo que yano tenemos derecho a entender nuestros propios chistes ¿A quién se le hubiera ocurrido que un buen puro podría ser encendido con una caja de ahorros reflotada con dinero público y convertida en banco privado después?

Hace unos años, lo que en términos históricos es antes de ayer y en términos económicos debe de ser hace un milenio, a alguien se le ocurrió fusionar las dos cajas gallegas. Era una suerte de jugada maestra que salvaría a ambas entidades. Pero como les he dicho antes se fumaba más y el humo tapó algunos números. Para cuando nos dimos cuenta ya habíamos tenido que inyectar 9.000 millones de euros de dinero público para mantener con un hilillo de vida al Frankenstein resultante. Entonces nos dijeron que habíamos creado un agujero negro, un remolino que absorbía por encima de nuestras posibilidades que había que privatizar y colocar al primer loco que estuviera dispuesto a hundirse con él. Así que cuando apareció el único venezolano bueno del mundo los que mandan se lo dieron todo por 1.000 millones, aunque en la operación perdiéramos 8.000, porque, al fin y al cabo, le vendíamos un traje del que no valía ni la percha. Dos años después el incauto venezolano tenía beneficios. Esta semana ABanca ha presentado sus resultados de 2015 con más de 330 millones de ganancia, menos que el año anterior pero mucho más de los que nos dijeron que podríamos soñar si nos quedábamos con ese agujero negro (sinónimo).

Sí, hubo un tiempo de juergas, excesos y desenfreno donde todo se hacía mal pero al mismo tiempo era mejor, cuando los gerifaltes de las cajas se encendían puros. Hoy no, hoy, por suerte, todo ha cambiado. Hoy las cajas son el puro.

 
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