‘La Verdad’
Hace unos días escuchaba en televisión a un muchacho joven defender con uñas y dientes lo que él llamaba "su verdad". Como si la verdad tuviera múltiples caras y cada cual pudiese elegir una a su antojo.
Es cierto que en Filosofía, en Política y en cualquier aspecto de la vida, el concepto de verdad no aparece muy claro porque según el ámbito, se catalogan diferentes verdades. Podríamos hablar sin errar de la verdad objetiva y la subjetiva, de la relativa y la absoluta, de las medias verdades... Pero si nos atenemos a una de las definiciones más antiguas de la verdad, tendremos que remitirnos a Aristóteles quién defendía que la verdad "supone la concordancia entre aquello que afirmamos con lo que se sabe, se siente o se piensa". Hay muchas más definiciones sobre el término, pero lo que es cierto es que en todas ellas se da por sentado que justo en el lado opuesto a la verdad está la mentira. Y esto no es discutible. De ahí que el concepto de verdad también abarque valores como la honestidad, la sinceridad y la franqueza. Pero como tantos otros conceptos, el de verdad se ha ido prostituyendo a lo largo del tiempo y se ha ido alejando a marchas forzadas de su significado original. Es por ello por lo que cada vez frases como "mi verdad" o "tu verdad" aparecen más en la radio, la televisión y la prensa.
La verdad aparece como un diamante que muchos quieren esconder del conocimiento ajeno, pero no por protegerla o librarla de sus enemigos. Muy al contrario, la guardan en un lugar bien lejos del alcance de los demás para prostituirla, disfrazarla y utilizarla, llegado el momento, en beneficio propio o de unos cuantos. Por eso hablan de "su verdad" que, efectivamente es suya únicamente, porque el resto de la población seguimos siendo partidarios de la verdad absoluta, aquella que diferencia el bien del mal sin perfiles escondidos y que es igual para todos.
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Dibujo de la Plaza Alta / Emy Luna
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Dibujo de la Plaza Alta / Emy Luna
De todas las mentiras que el ser humano domina o cultiva, hay unas que son muy especiales por cuanto se justifican por que son útiles. Son las mentiras de la Política, por ejemplo. Mentiras admitidas como algo normal, aceptadas a regañadientes por una población que se siente impotente ante los que protegen el engaño, lo disculpan y respaldan en aras de que funcionan. ¿Útiles para quienes son estas mentiras? Son muchos los que se aprovechan de la política, no solo los que la ejercen con mayor o menor fortuna. Está todo el cerco humano que rodea a los conscientes manipuladores de la verdad, gente que sin necesidad de mentir, los arropan, elevan y ensalzan esperando que al final, de tanto uso y abuso, las personas normales se crean sus mentiras inventadas. Y no hay nada nuevo en ello, de verdad. Lo que ahora llamamos manipulación o propaganda de la verdad, no es ni más ni menos que la demagogia de toda la vida. No nos dejemos engañar.