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Antonio Coronil

"Uno en tres"

Firma Antonio Coronil 'Uno en tres'

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03:29

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Algeciras

Cuando todavía andábamos recontando las uvas de las andaluzas campanadas, aturdidos por el vallecano descaro de la Pedroche y sus transparencias y recogiendo los envoltorios de los regalos de los reyes… unos terroristas asaltaron la sede la de revista Charlie Hebdo y dejaron un reguero de muerte y miedo a sus espaldas.

 Así de fuerte empezó el dos mil quince, que de niña bonita no ha tenido nada. De golpe y metrallazo aprendimos que nos pueden matar en casa y que los conflictos del lejano oriente salpican al cercano occidente de nuestras ciudades.

 Con el pasar de los días llegaron las elecciones, tres por si eran pocas. Pero lo peor no es el ruido con el que siempre se acompañan, sino (y esto también lo hemos aprendido) lo trabajoso que es trabar un resultado acorde al interés de los políticos, más que recoger lo expresado por el pueblo a través de las urnas. Así que de las tres elecciones, dos están todavía (y lo que te rondaré Más y Rajoy) inconclusas o incluso a punto de empezar de nuevo.

 Y también, un loco piloto estrelló su alemán avión en los Alpes. Y los griegos quisieron echarle un pulso a Europa, que acabó con dimisiones y sumisiones. Y refugiados, miles de refugiados, esos que estábamos acostumbrados a ver en cualquier guerra de los rincones de este mundo, llegaban en riadas de miedo e ilusión hasta la misma Alemania. Zancadillas de la vieja Europa, que ahogan a pequeños en las orillas de sus civilizadas playas. Ayla Kurdi será el recuerdo indeleble que nos deja este año en nuestras curtidas conciencias.

 Como respondiendo a una macabra lógica, en los finales del año, vuelve el terror a París, ahora más indiscriminado, más cruel si cabe. Esta Guerra de las dos Galaxias, la fanáticamente pobre y la refinadamente hipócrita, retorna en su versión más real y despiadada.

 También pudimos contemplar una superluna que trajo un poco de ilusión en las conclusiones del que hoy termina. El fin del Ébola y el Pacto por el Clima nos hace abrigar la esperanza de que algo quede de humano en la humanidad.

 Aquí, a la orillita del mar, empezamos el año con la visita del megabuque Triple E, que batió el record de sobrepasar los 18.000 TEUs. Y aunque Del Bosque visitó Algeciras, no nos dio tiempo de reponernos de los dos aparatosos y consecutivos accidentes en el túnel ratonera del acceso norte.

 En el mes del carnaval, Algeciras recodó y sonó a Paco, que ya hacía un año que nos dejó. Ahora, que ya volvíamos a tener cines, la película más real del estrecho nos dejaba la mayor incautación de mercancía falsificada, entre los siempre cotidianos alijos de tabaco y droga.

 Por la primavera, la noche especial nos anunciaba, con cinco pregoneras de arte, que el Algeciras ascendía a una categoría superior. Esta vez sin que Periquito lo pudiera disfrutar. La puerta del Ayuntamiento se hizo acompañar por los de parque y jardines, quienes ven peligrar su futuro laboral como los empleados de CTM.

 Pero quien verdaderamente calentó la primavera, en preludio de lo que luego sería el verano, fue la Legión. Nunca antes se había visto más gente en la calle y eso, que aún no teníamos el extenso y dilatado carril bici. Porque ya se sabe, que lo verde llama a lo verde.

 El calor, el tórrido e inmenso calor del pasado verano empezó con el refresco de la música de Alejandro Sanz, que volvía a dónde nunca se marcha del todo. Y terminó con el Barrio quien compartió plaza, esta vez la de San Isidro, con un recital poético de artistas de la amistad. Un espectáculo de emociones, que por lo asequible, pasó de gratis por la mayoría de los vecinos.

 Y en medio del ardiente verano todos aprendimos lo que era una pistola táser y que el Saldillo puede tener vecinos, tristemente famosos.

 El otoño se mostró más sosegado. Con la primera mujer práctica de puertos, llegaron algunas inundaciones. Agua que no se ha vuelto a ver y no será por el inicio de la obra de los colectores, que tan calmosamente se desarrolla. Y la Mancomunidad que estrena bandera y escudo, sin que Fernández Mota y Falgueras pudieran verlo.

 Y aquí estamos. Con este recuerdo de reojo del que ya termina y con la ilusión contenida por el que nos llega. Con el propósito de echarle coraje a lo que el bisiesto nos quiera traer.

 Solo nos queda desear que nos sigamos viendo y que sea un año lleno de oportunidades. Y si así fuese, también podríamos intentar que sea hasta feliz.

 
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