Hoy toca pensar
La jornada de reflexión, un anacronismo con encanto
Zaragoza
Cada vez que llega este día previo a una jornada electoral, da igual lo que se vote, surgen voces autorizadas que coinciden en su anacronismo. La mayoría dice que no sirve para nada, que no existe en otros lugares, que las nuevas formas de comunicación pasan por encima de una norma rígida y anticuada que ha quedado en nuestra normativa como un vestigio arqueológico.
Sin embargo, la jornada de reflexión tiene su encanto. Por un día los políticos parecen seres humanos. No exhiben armas de seducción masiva. Descienden de las tribunas, bajan de los pedestales, convierten en carne mortal lo que hasta ayer eran rígidos carteles. Exhiben aficiones y sentimientos. Pasean, leen, van al cine. No prometen nada que no puedan cumplir. No descalifican a nadie. Aparcan por unas horas la insoportable vanidad del ser. Aman a sus familias más que al poder y a sí mismos. Se relajan. Sólo unas horas, pero se relajan.
Ya que hay días para todo, bendecidos por la ONU y otros organismos internacionales, quizá no estaría mal que mantuviéramos un día para reflexionar, para pensar un poco. Aunque haya que sacarlo del calendario electoral y ubicarlo en cualquier otra fecha del calendario. En este país nos vendría bien siempre, al menos para mitigar aquella frase de Antonio Machado que a veces aún parece estar de actualidad: “En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.