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No es lo mismo animar... que animar en Valencia

Diario de una animadora en el Maratón de Valencia

Adriana, animando y avituallando a los corredores / Ana Durán

Adriana, animando y avituallando a los corredores

Valencia

Seis de la mañana. Suena el despertador, pero ya llevo media hora en duermevela... Casi peor que cuando corro yo. Es domingo, es la Maratón de Valencia, pero no tengo dorsal preparado, con las zapatillas y la ropa de correr, como en las últimas ediciones. Hay preparada una bolsa con geles, pero no son para mí... También llevo vaselina y crema de pañal y gominolas. Tengo preparado el "kit" de animadora.

Salgo de casa antes de las siete, y voy caminando hacia la Alameda, donde mi equipo ha preparado el punto de animación. Y ya me emociono al cruzarme con corredores, al pasar por avituallamientos a medio montar, todo está preparado para la fiesta, aunque aún es de noche.

Aranzazu Valero

Aranzazu Valero

A las siete y cuarto ya estamos montando la carpa. Hay que hacerlo rápido, a las ocho hay foto de grupo. Un compañero del equipo aparece y nos lleva hasta las escaleras del Hemisfèric, donde hemos quedado. Al frente de todo se queda Adriana, la que más horas lleva despierta, la que más tarde se irá a casa. El alma de esta animación.

Y cuando llegamos a la línea de salida la emoción está desbordada. Las caras de nervios, el "tú puedes", los abrazos, los deseos de suerte y de fuerza... Todo a flor de piel. Va a ser un día de emociones fuertes, se confirma.

Los corredores a sus cajones, y los animadores ¡a sus puestos! Intentamos situarnos en la rotonda tras el puente de Monteolivete, para verlos a todos, los del Maratón, los de la 10k, todos los corredores, hasta 25.000, que hoy buscan superarse a sí mismos.

Una vez han salido todos, nos vamos al punto de animación: segunda caminata del día... Llegamos justo para ver a la cabeza de carrera pasar por el kilómetro 16, y poco a poco van pasando compañeros, amigos, conocidos, valientes...

Por donde estamos pasan dos veces, también en el 26, e intentamos darles fuerzas (y a veces son ellos los que nos las dan a nosotros). Cantamos, bailamos, gritamos, con megáfono José Luis, con micrófono Vicente... y ellos nos devuelven sonrisas, levantan los brazos, nos aplauden, ¡cuánta energía!

Y toda esa fuerza les va a hacer falta en la parte más dura de la carrera, la que hoy no voy a ver, la que empieza a partir del 30. En el punto de animación nos enteramos de que Valencia ha vuelto a batir su récord, es, todavía más, la maratón más rápida en suelo español.

Pero esta maratón la hacen también estos corredores, los que pueden sonreir, los que no, los que llevan crespones negros por los atentados de París, los que van en grupo, los que van solos, los que son de aquí y los que han venido de casi 90 países distintos. A todos los mueve una pasión, todos tienen un motivo, todos piensan en lo grande que será llegar a atravesar la alfombra azul junto al Museo de las Ciencias.

Miro el reloj... y ya son casi las doce!!! Así que me voy caminando hacia meta, para ver entrar a la mayor parte de los compañeros.. ¡Tercera caminata! Y sorpresa cuando estoy llegando, encontrarme a parte de la élite paseando ya tranquilamente por los jardines junto al Palau de les Arts.

Llego, por fin, a meta, visito a los compañeros en el set de radio, y vuelvo a la alfombra azul, donde todo se vive con una intensidad que hace imposible no emocionarse. Pienso en mis sensaciones los dos años anteriores, el corazón golpeando fuerte, desbocado, la alegría y las lágrimas tras el esfuerzo. Son las mismas que veo hoy, en las caras de otros corredores. En cómo levantan los brazos, cómo se abrazan, cómo se tapan la cara con las manos, sin creerse todavía del todo lo que han sido capaces de hacer.

Algunos caen al suelo. El maratón es una prueba dura. Se sufre, a veces demasiado. Y hay muchos atendidos por el calor y el sobre esfuerzo. Qué dificil es a veces medir las fuerzas, saber cuándo ya basta, cuándo es mejor dejarlo para otra ocasión.

Pero, afortunadamente, son los menos. La mayoría es capaz de sonreir, de disfrutar del momento con el que han soñado meses, quizá años. Cuando cruzas esa línea te crees el rey del mundo.

Poco a poco han ido entrando todos los que esperaba. Pero faltan dos amigas. Sé que lo están pasando mal. Que la carrera se les ha puesto en contra. Que van peor de lo que esperaban. Que hace calor, mucho calor. Y que 42 kilómetros son muchos, y las piernas pesan.

Mantengo la fe (gracias, también hay que decirlo, a que voy siguiendo su progreso en la aplicación móvil de la prueba) y por fin las veo, al fondo, sonriendo, en la alfombra azul. Esa lagrimita que había luchado por liberarse toda la mañana sale por fin... y después alguna otra. Y pienso que eso es el maratón. Que las cosas no salgan como esperas, y aún así, seguir peleando. Como en la vida.

Y después risas, y más abrazos, y bromas, y vuelta a casa. Llego casi a las tres. Muerta de hambre y de sed, y me doy cuenta que no he bebido ni comido en toda la mañana. Ha merecido la pena. Y mucho. Por eso me permito cambiar el lema de este año, al menos para mí. No es lo mismo animar, que animar en Valencia. Enhorabuena valientes, enhorabuena animadores. Entre todos hacemos que Valencia sea una gran ciudad para correr.

Ana Durán

Ana Durán

Jefa de redacción en Radio Valencia y editora de Hora 14 Comunitat Valenciana y Hora 14 Valencia.

 
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