¿Qué podemos hacer para que los niños no enfermen en invierno?
Los menores de un año padecen entre cuatro y ocho resfriados al año. La cifra se multiplica por cuatro si van a la guardería
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Valencia
“Estuvo el fin de semana con fiebre, me dijo el pediatra que no iba a explotar, pero claro… Nos hemos asustado y le llevamos a urgencias”; “Lo tengo asumido, mi hijo tendrá mocos hasta la primavera. Habrá que tener paciencia…” Son algunas de las frases que se escuchan en círculos de padres a la salida del colegio.
Llega el frío, empieza a refrescar, a cambiar el tiempo y los niños se ponen enfermos. Según recoge en el libro Diario de una mamá pediatra, escrito por la médico y bloguer Amalia Arce, los menores de un año cogen entre cuatro y ocho resfriados al año. Cifra que se multiplica por cuatro si van a la guardería.
Entre uno y cinco años los niños sufren entre siete u ocho catarros; de 6 a 12 años la cifra se reduce y pasa a ser entre cuatro y cinco resfriados. “Los primeros cuatro años de vida el sistema se desarrolla. Es el tiempo en los que más expuestos están a los virus. Muchas veces los niños no caen enfermos por una falta de defensas, si no por un exceso de ataques”, explica la pediatra.
Cuando un niño tiene fiebre debemos fijarnos en su actitud y no tanto en el termómetro. “La fiebre es un mecanismo que tiene el cuerpo para defenderse de los gérmenes. Hay que tratarla cuando molesta y el niño presente malestar, no porque sistemáticamente se alcance una determinada temperatura. Hay que fijarse más en cómo está el niño y en todo lo que acompaña a la temperatura (entre 37 y 38 grados se considera febrícula; a partir de 38, fiebre).
A veces, hay niños que tienen unas décimas y están jugando tranquilamente”, comenta Amalia Arce. “Un mayor nivel de temperatura no está relacionado con mayor riesgo de convulsiones febriles, ni con meningitis. Hay muchos mitos”, añade.
Mocos de septiembre a mayo
Acompañan a los niños durante el curso escolar, se dice que van por fases, pero para algunos padres esos ciclos terminan cuando llegan las vacaciones de verano. “Los mocos son secreciones de las vías respiratorias que arrastran hacia afuera los gérmenes. Ni son buenos, ni malos. Muchas veces se solapan los procesos. Si no vienen acompañados de malestar, ni fiebre alta… No deben preocuparnos”, afirma nuestra experta.
El lavado frecuente de manos es una de las estrategias más efectivas para evitar el contagio de enfermedades. “El humo del tabaco es perjudicial porque deja peor la mucosa respiratoria y la hace más susceptible a la infección. Tampoco hay que llevar a los niños al colegio si están enfermos -dejando a un lado los mocos- si el pequeño tiene fiebre o cualquier proceso viral debe estar en casa para no contagiar a sus compañeros”, concluye Arce.