Pan y calzado

Hellín

Mi abuelo materno se llamaba Miguel. Es el hombre más listo que he conocido nunca, y eso que no sabía leer ni escribir. Aprendí mucho de él sin necesidad de que me enseñara. Francisco era el nombre del señor que ayer, en pleno mitin de Cospedal en Hellín, pidió la palabra. Y la candidata se la dio. Contó que no pudo ir a la escuela pero sabía decir las cosas claras. Que había criado a 6 hijos trabajando 20 horas en el campo y con sacrificios muy duros. Como mi abuelo, que sacó a 5 adelante en un pueblecito de Cuenca. Decía el espontáneo que había 3 principios fundamentales que había que defender: la honradez, la dignidad y la justicia. Se quejaba de que al pueblo no se le escuchara, ni a los mayores, y de que algunos candidatos vayan a los platós de televisión a decir que ya no sirven. Ésto lo decía por Albert Rivera.

Llegados a este punto, Cospedal se impacientaba porque el hellinero alargaba el discurso sin saber dónde quería ir a parar su interlocutor. Éste mencionó una anécdota con el ex presidente Bono. Un día, seguro que en alguna campaña años atrás, le preguntó a su paisano: “Usted podría responderme para qué voy a querer jardines si no tengo pan y calzado para mis hijos”. Y Bono no halló respuesta, ya es difícil eso. Cuando escuchas una reflexión así, ya no hay más que hablar. Lo mismo debió pensar la protagonista del acto que, dando por finalizado el improvisado coloquio, no pudo más que darle la razón a este buen hombre. Mi abuelo no hubiera hablado nunca en público como el señor del “pan y el calzado” Era muy prudente. Tampoco habría ido al mitin. Ni a este ni a ninguno. No le hacían falta.

Perdonen que ya no escriba más. Pero igual que ayer me fue imposible estornudar sin cerrar los ojos, hoy no puedo secarme las lágrimas y teclear al mismo tiempo.