La Real 'regresa' en San Mamés

San Sebastián

¿Dónde estaba esta Real? Es la gran pregunta, que quedará seguramente sin respuesta, después del empate logrado por el equipo txuri-urdin en San Mamés. Un empate que sabe a poco, porque la Real mereció mucho más, fue superior y recuperó su mejor versión haciendo un partidazo en el derbi vasco, en el que hizo méritos más que suficientes como para haber logrado la victoria. Y eso que jugó casi toda la segunda parte con uno menos por la expulsión injusta de Mikel González. El gol de Alberto De la Bella, para enmarcar, recupera también el mejor nivel de un lateral que parecía haberse esfumado esta temporada.

Con todo, viendo la versión de la Real en San Mamés, el resultado queda en un segundo plano. Quizá sea porque ya no tiene nada en juego, y lo que realmente importa en esta recta final es sentar las bases para la Real del futuro. Y eso es más fácil si el equipo muestra sus mejores virtudes. Como hizo ayer, sobre todo en la primera parte, y toda la segunda mitad jugando con uno menos.

 Nada que ver con lo que se vio contra el Villarreal, y a años luz del ridículo de Elche. ¿Y dónde estaba hasta ahora esta Real? ¿Escondida reservándose para San Mamés? No quiero ser mal pensado, pero lo parecía. Intensidad, seriedad defensiva, valentía con el balón, rapidez en ataque, garra, ambición, y hambre, mucha hambre. Así salió la Real de David Moyes en casa del Athletic. Y en la segunda parte quiso hacer lo mismo. Hasta que llegó la expulsión de Mikel González. Para mí dudosa. ¿No hubo falta previa a Rulli? ¿No buscó más el penalti Aduriz antes que hacerlo Mikel? Me deja dudas. Pero de una u otra forma, condicionó todo lo que pasó.

La Real ya no pudo ser la misma. Pero aún así no perdió la compostura. Y eso tuvo premio con el golazo de De la Bella. Porque cuando le buscas con las ganas de ayer de la Real, el fútbol te suele recompensar. Es más, el premio pareció escaso. Porque si un equipo mereció la victoria, esa fue la Real. Y todo porque Xabi Prieto volvió a ser el gran capitán, Markel Bergara estuvo soberbio en la contención y equilibrio de la Real, Rubén Pardo estuvo casi perfecto con el balón, Rulli hizo una parada providencial, Iñigo Martínez fue de nuevo un muro, Vela volvió por sus fueros (incluso se veía tan bien el mexicano que cuando fue sustituído en la única decisión discutible a Moyes en San Mamés, el escocés tuvo que explicarle el cambio por su cara de circunstancias). Y Zurutuza fue Zurutuza. Ese futbolista diferente y especial, que cuando juega al nivel de San Mamés es indiscutible e insustituible. Lastima de lesiones que le han lastrado en las dos últimas temporadas.

Seguramente le pidamos algo más, sobre todo en ataque, porque somos inconformistas por naturaleza, y venimos de esa brillante etapa de Montanier. Pero lo que vimos ayer en Bilbao es una buena base sobre la que crecer, una buena base para que Moyes prepare su Real del futuro. Aunque su primer objetivo debe ser el de conseguir que lo que vimos ayer, con sus luces y sus sombras, con sus matices que pulir, se repita de forma regular, y no sea sólo fruto de la motivación que producen este tipo de partidos grandes como el derbi vasco.

Únete al canal de WhatsApp de la SER