Las empleadas del hogar como motor de la independencia laboral femenina
Cada 30 de marzo se celebra el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar
Más de 110.000 afiliadas a la seguridad social de Madrid, de las que más de 70.000 son extranjeras
Las asociaciones denuncian que muchas empleadas domésticas trabajan en economía sumergida
Madrid
Cada 30 de marzo se celebra el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar para reivindicar la importancia que su trabajo tiene para la sociedad, denunciar las condiciones laborales que afrontan, con sueldos bajos no regulados, sin derecho a paro ni obligación por parte de sus empleadores a cotizar por ellas. Las distintas asociaciones de empleadas domésticas de Madrid recuerdan que son trabajadoras como las de cualquier otro sector. Por eso, adelantaron a este domingo la fecha de la celebración, porque el lunes, como día laboral que es, ellas "también trabajan". Unas 300 se concentraron en la a Puerta del Sol con pancartas e instrumentos para que el mundo escuchase su petición.
En Madrid hay más de 110.000 personas afiliadas a la seguridad social en el Régimen Especial de Servicio del Hogar. De ellas, más de 70.000, lo que supone un 62%, son extranjeras. Una cifra muy superior según las asociaciones puesto que por un lado, muchas inmigrantes ya tienen la nacionalidad española, y, por otro lado y lo realmente preocupantes, muchas inmigrantes trabajan sin contrato y sin estar dadas de alta en la seguridad social porque no tienen papeles o porque sus empleadores se aprovechan de su situación para no cotizar por ellas.
Rafaela llegó de República Dominicana hace ya 24 años. No tenía papeles y como la mayoría de mujeres inmigrantes, la única salida que encontró fue la de trabajar como empleada del hogar. "Porque es un trabajo muy precario al que todas estamos abocadas cuando llegamos, porque no tenemos papeles".
Sueldos bajos, jornadas de 16 horas, no tienen derecho a paro... Condiciones que, por lo general, sólo las inmigrantes soportan porque un trabajo es la única manera de tener en regla sus papeles... Aún así, según Rafaela, el problema no es racial sino de invisibilización. "Es un empleo con el que estamos haciendo muchísimo por la sociedad pero no estamos siendo consideradas".
Son la base de la independización laboral femenina: asumen los roles domésticos que las mujeres que trabajan en otros sectores no pueden abarcar: limpieza de la casa, cocina, cuidado de los niños o de los mayores... Es el caso de Telma, madre de dos hijos, Laia y Martín, profesora y jefa de estudios en un instituto. Contrató a Eli, paraguaya, hace ya 6 años... Reconoce que su vida habría sido muy distinta sin Eli. "Hubiera tenido que pedir una reducción de jornada y hubiera tenido una vida mucho más difícil y enumera todas las cosas que ha podido hacer gracias a Eli, desde reuniones de trabajo o cursos de francés, hasta ir al cine o salir a cenar.
Eli, tiene un contrato digno y se ha convertido en parte de la familia. Aún así, es consciente de que su caso no es el de todas. Su madre no ha tenido su misma suerte. En su trabajo no la tratan con el respeto que merece ni le dan la libertad que corresponde para poder hacer su trabajo correctamente. Conoce, además, a muchas mujeres que "se las denigra, no tienen encuenta si estçan enfermas o no les hacen contrato", cuenta.
Rafaela cree que esa situación no va a cambiar mientras el Estado no las tenga en cuenta en sus políticas... Por eso, desde Territorio Doméstico, la asociación que ella misma fundó junto a otras compañeras hace 9 años, exigen la adaptación al convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, que protege a las empleadas del hogar tanto en cuestiones de derechos humanos como laborales. "Que nos pasen de ese régimen especial del que formamos parte en la seguridad social, al régimen general para tener los derechos laborales de los demás trabajadores", explica. Rafaela destaca que países como Italia, Bélgica o Alemania ya lo han adoptado y recuerda que España se comprometió a hacerlo pero hace dos años el Partido Popular "lo echó para atrás", sentencia.
No es la única medida que las ha perjudicado en los últimos años. Su precariedad viene dictada también por la precariedad de sus empleadores. Sueldos indignos, paro, pensiones bajas, recortes en la ley de dependencia. Para Rafaela, la relación entre esos recortes y el retroceso que han experimentado en derechos laborales en los últimos años están directamente relacionados: "una persona que gana una pensiçon de 400 euros, no puede pagarme a mí un suelo de 600 euros, por eso el Estado debería ayudar a quienes lo necesiten", opina.
Para las empleadas del hogar, un convenio que las regule no es suficiente. La dignificación de su trabajo también depende del bienestar social y viceversa: sin ellas, las mujeres trabajadoras tendrían que volver a dejarlo todo para ocuparse del hogar.