Son habas contadas

Valencia

Se puede apelar al alma, a la paulatina perdida de las señas de identidad desde aquel maldito partido ante el Deportivo de hace dos temporadas, al disparatado planteamiento de querer cambiar de estilo firmando a un entrenador como Mendilibar con una plantilla que no da para mucho más o del cambio radical con Lucas Alcaraz que te permite dejar la portería a cero, que como dice Mané, al menos conservas ese punto que te regala la Federación.

El esperpento de anoche es un claro botón de muestra y solo apto para los incansables de la grada de animación que se desgañitaron sin obtener la más mínima recompensa.

No le den más vueltas, es un problema de calidad y no de cantidad. Los jugadores quieren, este no es un vestuario que se arruga, ni que baje los brazos, el entrenador les aprieta las tuercas, pero el problema es que muchas de ellas están pasadas de rosca.

Desde la llegada de Caparrós la planificación deportiva del Levante ha estado al servicio de los entrenadores y se ha convertido en una ONG. Manolo Salvador ya no corta el bacalao, ya no esa persona que se reunía a escondidas con Koné para diseñar la estrategia de su fichaje, se iba hasta la concentración del Rubin Kazán en Alemania para convencer a Obafemi Martins o se enfrentaba a su presidente para conseguir la cesión de un desconocido Keylor Navas. Aquel Levante se esfumó con Ballesteros, con Barkero, con Juanlu y con JIM. 

Durante las últimas temporadas han sido los técnicos los que han orientado la contratación de algunos jugadores y ya no solo han opinado, también han picoteado en la ensalada. Luego pasa lo que pasa, te dejan tirado o lo tienes que tirar tú. Esa es la ecuación. Dos planificaciones y ninguna se acerca a tu plantilla ideal.

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Fichajes como los de Babá, Aloys Nong, Remi Gomis, Casadesús, Víctor Pérez o Gavilán llevan el sello de Caparrós y de Mendilibar o renovaciones sorprendentes como las de Nikos, Simao Mate o El Zhar que por minutos fue el tuerto en el país de los ciegos.

Si a esa ensalada le añadimos los fichajes con denominación de origen Salvador y que no han dado el nivel esperado como El Adoua, Sergio Pinto, Xumetra, Ivanschitz, Sissoko o Javi Jiménez tenemos clara la respuesta.

Siguen jugando los mismos que ya eran titulares con Juan Ignacio Martínez, con una notable diferencia, los que saltan al césped de Orriols tienen dos años más, como el caso de Navarro, Vyntra, Juanfran o Pedro López, la esperada explosión de Rubén no se ha producido, Keylor Navas ya no está para salvarnos otro año la categoría, Diop se ha marchado a jugar la Copa de África y ya veremos como regresa su cabeza a pocos meses de finalizar su contrato, actores secundarios como Morales o Iván se han tenido que convertir en los protagonistas de una película de terror y por si faltaba un puntito de adversidad Oriol Riera y Javi Guerra nos han plantado en el altar.

No es este, un momento para desfallecer porque el Levante tiene 20 finales por delante para salir de este bucle de negatividad, pero también es el momento de tomar decisiones aparcando los sentimentalismos y fundamentalmente acertando en la llegada de los jugadores que tienen que marcar la diferencia hasta el próximo 30 de junio. Macho Levante.