Homenaje a Basterretxea en el Koldo Mitxelena
Hoy se inaugura una exposición donde se podrán contemplar 153 obras del artista
San Sebastián
Hoy a las 19:30 se va a inaugurar la exposición ‘El peso de la primera memoria’, donde se podrán contemplar 153 obras de de Néstor Basterretxea y que permanecerá abierta hasta el 14 de febrero del próximo año. Se trata de unos trabajos que nunca había exhibido antes o se habían visto muy poco.
El Basterretxea dejó su tierra a los 12 años y estuvo 17 años exiliado en Francia y Argentina, de manera que muchas de las piezas expuestas absorbieron el sufrimiento de unas vivencias impuestas por la Guerra Civil. Por ejemplo, el artista dejó latente su dolorosa experiencia en los catorce óleos que componen un Vía Crucis de 1950 que hasta ahora sólo se había exhibido en Buenos Aires, obras oscuras que remiten a Gutiérrez Solana. Aún así, las obras expuestas no sólo se limitan a la producción de los años de exilio.
"El Alsina", un pequeño dibujo de 1942, en el que aparece un niño en la cubierta de un barco que huye de los nazis, se encuentra entre las piezas que abren un recorrido que ratifica al artista de Bermeo como un creador multidisciplinar, que en su último año de vida volvió a experimentar con el círculo y la cerámica, con unos platos que también se exhiben por primera vez. Lo mismo ocurre con sus fotografías experimentales, que comenzó a desarrollar en los años 60, a partir del grupo Gaur, en las que de nuevo están presentes las formas circulares, al igual que en las esculturas de hierro pintado que, bajo el epígrafe "La otra cara y el espesor del círculo", ocupan una de las salas.
Las maquetas y piezas de mobiliario contemporáneo que diseñó para la empresa Biok, los dibujos y bocetos que desarrolló para las pinturas murales de la basílica de Arantzazu, su paso a la abstracción, vídeos que recogen su estatutaria pública y proyecciones de su faceta como cineasta se añaden también a esta muestra la exposición.
Entre lo más conocido encontramos las partituras de las que nacieron sus cuadros sobre el bombardeo de Gernika, además de su Cosmogónica Vasca, de la que se muestran las pequeñas esculturas que precedieron a las expuestas en el Museo Bellas Artes de Bilbao y que desde 2012 tienen como casa permanente las Juntas Generales de Gipuzkoa. Y entre lo más íntimo, un dibujo a lápiz de unas flores que dedicó a su mujer, María Isabel Irurzun, con motivo del día de los enamorados de 2011, cuando cumplían ya casi 60 años de matrimonio.
La mayoría de las piezas expuestas las guardaba el escultor en su casa, en el caserío Irdumendieta de Hondarribia, donde vivió sus últimas décadas y donde nunca dejó de trabajar.