De heroínas y villanas
A Josefa Ortiz de Domínguez no le faltan calles y plazas en México.
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Iñigo Urkullu saluda al presidente de México Enrique Peña Nieto / CADENA SER
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México
En 1810 arriesgó su vida para salvar la conspiración contra la Corona española y desde entonces es la heroína de la independencia.
Josefa se educó en ‘Las vizcaínas’, un colegio de Distrito Federal, fundado en el siglo XVIII por adinerados vascos y jesuitas para educar a niñas sin recursos “naturales y oriundas de las vascongadas y cualesquiera otra de raza española”, como se cita en los textos.
Dos siglos después, una placa recuerda que allí estudió la heroína mexicana, un soberbio edificio plagado de señas vascas que en uno de sus coquetos patios alberga un retoño del árbol de Gernika.
María de los Ángeles Pineda Villa es hoy la gran villana de México. Es la mujer del alcalde de Iguala, responsable de la desaparición de 43 estudiantes que acudían a una protesta en esta ciudad del Estado de Guerrero.
Resulta que María era el enlace con los narcos que ejecutaron el macabro plan. En México, estos días, no se habla de otra cosa.
El pasado martes, en una prestigiosa cumbre de negocios, el lehendakari compartió mesa y almuerzo con el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, al que entre reforma y reforma se le ha colado este incómodo asunto.
“Que se aplique la ley sin privilegios ni distinciones, que se ejerza con prontitud, para proteger a la sociedad y castigar a quien la lastime” proclamó ante un selecto auditorio, pero un mes después nada se sabe de los estudiantes, que muchos dan por muertos, ni del alcalde y su vil esposa María que están huidos.
En el país de la telenovela, ésta es una auténtica historia de terror y en México hace tiempo que se echan de menos heroínas como Josefa.