Utiel, tres meses después de la DANA: "Primero lo urgente, después lo importante"
En “Valencia 2025: renacer tras la DANA” conversamos con tres vecinos de este municipio que perdieron sus negocios, casas o campos y a día de hoy todavía no han podido volver a la normalidad
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Capítulo 07 | Utiel, tres meses después de la DANA: "Primero lo urgente, después lo importante"
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València
La Cadena SER en la Comunitat Valenciana reafirma su compromiso con las áreas impactadas por la DANA mediante un innovador proyecto que será clave en 2025: el podcast 'Valencia 2025: renacer tras la DANA'. Esta iniciativa tiene como objetivo seguir durante un año el día a día de las comunidades más afectadas, destacando su empeño en reconstruir y superar las consecuencias de este desastre.
Capítulo 7, Utiel (video)
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En el capítulo 7 nos trasladamos hasta Utiel, donde las inundaciones se produjeron ya el mediodía de ese 29 de octubre, con gente desesperada que pedía auxilio desde sus terrazas o azoteas porque veía cómo el agua iba subiendo de nivel rápidamente.
Hubo seis víctimas mortales a pesar de que su alcalde aquí suspendió las clases y pidió la intervención de la Unidad Militar de Emergencias a la 1 del mediodía. En este pueblo, con un gran peso del campo, sus agricultores sacaron la maquinaria primero para rescatar, después para limpiar de barro toda la zona del municipio que quedó arrasada.
Mapa de todos los capítulos
Volvemos a mitad de febrero para ver cómo están tres de sus vecinos: Juanjo Gómez, propietario de un restaurante en el que el agua superó el metro y medio de altura; Rosalía Arenas, que tuvo que ser rescatada en lancha junto a su niña pequeña, y Paula Nuévalos, una joven agricultora que vio cómo se inundaba gran parte de las tierras que son su sustento.
Retomar la actividad a toda costa
Las imágenes del restaurante Rabieta inundándose fueron de las más icónicas el día 29 de octubre, antes de que a la tarde el barranco del Poyo arrasara con gran parte de l'Horta Sud. Es el proyecto vital de Juanjo Gómez, un joven de 33 años que trabajó como cualquier otro día normal y dejó todo dispuesto para atender el servicio de comidas. Sin embargo, el agua empezó a subir de nivel hasta tal punto que a las 13.20 minutos reventó una de las cristaleras del establecimiento y lo arrasó todo.
Según ha contado Gómez, pasó cinco días quitando barro, suciedad y tratando de volver a la actividad lo más pronto posible. Juntó con su equipo, familiares y amigos lograron cinco días después que el restaurante estuviese limpio y prácticamente dispuesto para empezar a trabajar en un municipio en el que el barro y el agua habían destruido la zona más cercana al río Magro.
De hecho, tan pronto quiso recuperar la actividad que reabrió ofreciendo servicio a domicilio. Estos más de tres meses ha estado tan inmerso tratando de recuperar la normalidad y mantener al equipo que es ahora, hace unas semanas, admite, cuando "le ha pegado un bajón" e igual además de lo material "se ha roto algo más". Sin embargo, ha tenido que priorizar, y por ello afirma que "primero ha sido lo urgente, después lo importante".
El ruido, el olor y la fuerza del agua
También sobre salud mental y el impacto de lo vivido ha hablado Rosalía Arenas, que tuvo que ser rescatada de casa de su madre en la lancha de un vecino. No puede olvidar el sonido de la lluvia, el agua arrastrando todo a su paso pero también el olor. "Un olor a gasoil de las calderas, de los coches" que todavía a día de hoy sigue presente en su mente.
Más de tres meses después, la que era la casa de su madre continua sin estar habitable. Necesita una reforma completa, pero no hay suficiente mano de obra y profesionales a lo que se suma que hasta esta misma semana no han acudido los técnicos de la Generalitat para confirmar que la estructura no tiene daños. De momento, la madre de Rosalía vive de alquiler gracias a las ayudas para este fin que se han puesto en marcha, pero define su barrio como un "barrio fantasma" donde a día de hoy han vuelto pocas familias y quienes tenían su casa como segunda residencia ni se plantean volver.
El campo, el gran olvidado
Paula Nuévalos tiene 26 años, y aunque dejó Utiel para estudiar ingeniería mecánica, volvió a su municipio para hacerse cargo de las tierras familiares y dedicarse al campo. Sus viñas son su sustento, pero la DANA también ha dejado gran parte de sus tierras gravemente dañadas. A algunas parcelas, explica, ni siquiera ha podido entrar a día de hoy la maquinaria y duda si las que quedan sin arrasar serán propicias para las viñas. "Nunca han soportado tanta agua, así que no sabemos si eso va a afectar también a la tierra".
Sin embargo, Nuévalos se muestra optimista y piensa que este 2025 saldrá adelante. "Solo tengo claro que saldremos adelante, al final los daños económicos son importantes pero no tenemos víctimas".
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