La Federación de Caza de la Comunitat Valenciana pide más apoyo de la administración para costear la regulación de la superpoblación de jabalí
Los cazadores están obligados a abatir estos animales al convertirse en un problema de seguridad vial
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València
La federación valenciana de caza reclama a la administración pública más apoyo para poder hacer frente a los gastos que supone la reducción de la población de jabalíes que padece buena parte de la Comunitat Valenciana, un cometido que están obligados a desempeñar con el objetivo de evitar accidentes de tráfico mortales -el último sucedió en Burriana- y daños en cultivos -hasta 40 millones de euros en pérdidas al año-. De hecho, se calcula que la problemática afecta al 80% del territorio valenciano.
Sin embargo, las batidas organizadas por los cazadores corren por su cuenta en la inmensa mayoría de las ocasiones. Además, se encuentran con un obstáculo añadido, y es que la carne de caza solo se puede destinar al autoconsumo, generándoles "problemas logísticos y de espacio". Por poner un ejemplo, en 2023 cazaron más de 40.000 ejemplares que no pudieron vender a restaurantes o carnicerías.
De ahí que la presidenta de la entidad, Lorena Martínez, haya reclamado una mayor implicación institucional: "Lo que estamos haciendo es un servicio para toda la sociedad, para que no mueran personas en las carreteras, para que los agricultores puedan comer y para que estos animales no supongan un peligro de trasmisión de enfermedades".
Protección de la cetrería
Asimismo, durante la entrevista en el magacín Hoy por Hoy Comunitat Valenciana ha reclamado a la Generalitat Valenciana la protección de la cetrería, el adiestramiento de las aves rapaces. Su actividad está extendida en nuestra autonomía, con presencia de cetreros en todos los aeropuertos, ya que la presencia de este tipo de aves ahuyenta al resto, evitando así que colisionen con los aviones. Y, aunque todavía no se ha extendido en las ciudades, se están empezando a usar halcones peregrinos para controlar las plagas de palomas.
Está reconocida como patrimonio inmaterial de la humanidad por parte de la UNESCO, pero Martínez explica que están trabajando para protegerla a nivel local: "Es una modalidad ancestral y la queremos potenciar".
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