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La sede del primer Tribunal Tutelar de Menores

En La València Olvidada Paco Pérez Puche nos cuenta la historia del que en primer lugar se llamó Tribunal de Niños de València

En La València Olvidada Paco Pérez Puche cuenta la historia del primer Tribunal Tutelar de Menores de València

En La València Olvidada Paco Pérez Puche cuenta la historia del primer Tribunal Tutelar de Menores de València

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València

Nos hemos dado cita al inicio de la calle de la Paz, en los jardines del Parterre, porque vamos a recordar una solemne inauguración que tuvo lugar ahora hace cien años. Todo el mundo conoce ese bonito chalé, de cierto aire nórdico, que funciona dentro del jardín, al que se accede por unas gradas. Ahora, todos lo sabemos, es una junta de distrito municipal ; pero hace un siglo, cuando empezó a funcionar, fue el novedoso y moderno Tribunal para Niños, llamado años más tarde Tribunal Tutelar de Menores. Que se inauguró el 25 de junio de 1923 y que al día siguiente ya tuvo su primer juicio, resultado del cual fue que enviaron a un muchacho al reformatorio de Burjassot.

Los problemas de comportamiento de los y las jóvenes son tan antiguos como el mundo. Y siempre ha sido preciso juzgar y castigar el comportamiento fuera de la ley, voluntaria o involuntariamente, de los menores de edad penal. Todos los códigos penales hacen previsión de esos casos y a lo largo de los siglos se ha podido ver dureza en ocasiones, pero siempre una civilizada inclinación hacia las soluciones educativas para corregir las conductas juveniles.

El cuarto de España

La novedad valenciana de 1923 es que este Tribunal de Niños, el cuarto de España después de los de Bilbao, Tarragona y Barcelona, era lo más moderno, culto y generoso que se ofrecía a los chicos y chicas que delinquían siendo menores de edad. Jueces de menores, especialistas en la materia, analizaban la conducta y, si lo consideraban preciso, enviaban a los chicos y chicas a instituciones educativas. Que entonces se llamaban Reformatorios pero que hoy tienen otros nombres; pero que ya cumplían la misma función educadora y social. El Tribunal de Niños de Valencia, asociado a una institución situada en Burjassot que fue creada por el obispo Amigó, se consideró en 1923 como un gran avance social, como una necesidad.

Y como prueba de su modernidad, y de su espíritu científico y educativo, bastará decir el nombre de dos de sus principales promotores. El insigne pediatra Ramón Gómez Ferrer y la gran educadora valenciana Amparo Carbonell, dos figuras que dieron su vida por la infancia y la educación, que se preocuparon por la relación fundamental entre la salud del cuerpo, el bienestar social y la educación a la hora de formar personas; dos intelectuales que denunciaron injusticias sociales del modo mejor, trabajando para mitigarlas.

¿Cómo se logró que funcionara el Tribunal de València?

A base de insistir mucho y hacer gestiones en todas partes. Pero doña Amparo y don Ramón, que asistieron al acto inaugural y pronunciaron discursos, la verdad es que estuvieron asistidos por valencianos activos, en el campo educativo, en el de las reformas sociales y en los tribunales, que lograron los presupuestos para que se construyera la casa del Parterre, cerca de la Audiencia, pero fuera de lo que podríamos llamar la casa de la Justicia convencional, la de los adultos. Un juez y dos vocales, como mandaba la ley, se ocuparían en un lugar especial, dentro de un jardín, de los problemas de la juventud.

Problemas de la juventud de 1923

En octubre de 1923, he encontrado en el periódico una reseña que es el primer balance de actuaciones del Tribunal hasta el 30 de diciembre. Y en él podemos ver que se habían tratado 44 casos; y que entre ellos había dos homicidios por imprudencia, cinco asuntos de lesiones, dos de abandono, dos atentados a la moral, un incendio por imprudencia, dos robos, 17 hurtos y 9 casos de rebeldía a la autoridad paterna. De ellos se había resuelto el ingreso de 14 muchachos en la escuela San Vicente Ferrer de Burjassot, el llamado reformatorio, y de dos muchachas en el asilo de las oblatas de Godella. En otros 18 casos, los protagonistas estaban en libertad vigilada.

La primera ley moderna de protección a la infancia es de 1904. En 1908 se crearon las Juntas Provinciales y Locales de Protección de la Infancia y del Consejo Superior de Protección de la Infancia y Represión de la Mendicidad. En 1909, dentro de la Exposición Regional, ya se celebró un congreso nacional que reunió a todos los juristas y educadores de España inquietos por esos problemas. Luego, en 1918, es cuando se crearon los Tribunales para Niños, que en 1929 se llamaron Tribunales Tutelares de Menores. Después, las leyes se han ido acomodando a las demandas sociales, hasta ahora, pero haciendo siempre hincapié en la necesidad de proteger a la infancia, a los adolescentes, dándoles las mejores herramientas de formación y educación.

Los probemas en la Edad Media

Es muy interesante comprobar que, en la Valencia foral, ya había una institución que velaba por los muchos, muchísimos niños que andaban por las calles abandonados. Chavales que no recibían educación, eran huérfanos, no tenían qué comer, y, muchas veces, se dedicaban a la mendicidad y a los hurtos. Para ellos, en la Corona de Aragón, se creó una figura que tiene una calle dedicada en Valencia: el Pare d’Orfens, el Padre de los Huérfanos.

Este personaje, que no era religioso, que tenía que ser un padre de familia, a ser posible con hijos, y una persona de conducta intachable, se dedicaba a amparar y dar solución, muchas veces en su casa, a los chicos y chicas que podían sufrir las consecuencias de su desamparo, o que cometían pequeños delitos. La institución la creo en 1337 el rey Pedro el Ceremonioso, el del Punyalet, y funcionó muy bien, porque castigaba a los maleantes, pero les daba cobijo y oficio. Y al mismo tiempo que vivían en una casa comunitaria, lo que hacían era evitar mendicidad y delitos en las calles.

Con todo, aun fue mejor la institución que en Valencia vino muy poco después, en 1410, por impulso de San Vicente Ferrer. Es el llamado Colegio Imperial de Niños Huérfanos, que todavía funciona bajo el nombre del Santo, y que se ocupa de chicos y chicas sin familia, o sin recursos, a los que hay que educar y dar trabajo para evitarles abandono, exclusión y riesgo de delitos.

TEXTO: PACO PÉREZ PUCHE

 

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