La AMPA de un instituto de València gasta la mitad de su presupuesto en reparaciones para garantizar la seguridad del alumnado mientras espera soluciones

Valencia

Son las propias familias las que cada año se juntan y, con dinero de su bolsillo, pintan, hacen reparaciones menores o contratan a empresas que hagan otras obras más complicadas ante "la desidia de la Administración que ha realizado algunas obras, pero siempre con cuentagotas".

Angela Argilés, presidenta de la AMPA, recuerda que son 500 los alumnos y alumnas que a diario acuden a este instituto en un barrio trabajador donde el dinero cuesta mucho de ganar. Pero alguien, explica Argilés, tiene que hacerlo.

Es más, asegura que algunas de las obras asumidas por la Administración, como el arreglo del suelo del gimnasio, han contado con su aportación económica. Asegura que la AMPA puso 2.000 euros para pagar el IVA de la obra. También se repararon las pistas deportivas. Pero explica Argilés que el gran problema es el que no se atiende: la grieta entre dos bloques que provoca la mayoría de problemas unida a 30 años de mantenimiento mínimo.

En 2021, un responsable de infraestructuras educativas visitó el centro que también han visitado dos arquitectos. Pero nada se sabe, y el deterioro se mantiene.

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