La València Olvidada: la calle Cavallers
Rafa Solaz repasa la historia de una de las calles más transitadas de València por su majestuosidad y la cantidad de palacios que acoge
La València Olvidada: La Calle Cavallers - Rafa Solaz
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València
Aunque no haga falta porque es de sobra conocida, primero vamos a situar exactamente la calle Caballeros en el mapa. Transcurre desde la plaza de la Seu al Tossal. Antiguamente se llamó Major dels Cavallers o Major de Sent Nicolau (s. XIV), porque transcurría por la vecindad de dicha parroquia. Esta vía está bajo la jurisdicción de tres barrios: La Seu, El Mercat y El Carme. Su trazado es muy antiguo, tal vez se remonte a la Valentia romana como vía principal de penetración a la ciudad continuadora de la de Quart.
Una curiosidad histórica: En la parte posterior del edificio nº 36 se descubrió una de las torres de planta semicircular procedentes de la muralla árabe.
La vía, conservadora de su carácter aristócrata tradicional en su fisonomía, ha experimentado pocas modificaciones de nombre a través de su dilatada historia. La denominación definitiva de Cavallers parece ser que se hizo oficial a principios del s. XV.
De la Casa de la Ciutat al Palau de la Generalitat
Recordemos que en sus primeros números estuvo la Casa de la Ciutat o podíamos decir el antiguo Ajuntament de València. Se hallaba en el lugar que ocupan los jardines, junto al Palau de la Generalitat, importante edificio que se ve con dos torres, una de ellas parece antigua pero no lo es ya que fue construida después de la guerra civil. Invito al oyente a que se de un paseo y compare las dos torres, no encontrará diferencia de época de construcción.
Esta calle se caracteriza por ser la más monumental y la de mayor presencia de palacios, precisamente llamada dels Cavallers por ser donde se concentraban algunas de las viviendas nobles de la ciudad. De ella dijo un admirado Próspero Merimée que sus palacios, alineados a uno y otro lado, presentaban al visitante los escudos de sus portales como las páginas de un libro de heráldica. Actualmente, permanecen algunas casonas cuya construcción va desde el s. XV hasta principios del XX. Las más interesantes corresponden a los edificios de los números 4 al 38, con mención especial al palacio de la familia Malferit (nº 20 y 22) y palacio de los Alpuente (nº 26), ambos góticos de origen.
Instituciones centenarias
En el siglo XIX, el nº 32, se instalarían varios centros de agricultura y la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Pero además, sobre un proyecto de 1993 se iniciaron obras de rehabilitación en el nº 36, edificio que albergaría un local de ocio, apareciendo restos arqueológicos, como lo son un lienzo de muralla, una calle empedrada posiblemente del s. XV, arcadas de piedra, restos de ventana y vigas góticas, lo que confirma el exacto trazado de la antigua muralla y el carácter urbano señorial de la zona.
A principios del s. XX, en el nº 18, se hallaba el perfumista Heliodoro Lillo, creador del Céfiro de Oriente Lillo, un preparado contra la calvicie. Por entonces, existía en el nº 62 La Centauro, una casa de venta y alquiler de bicicletas, al lado del estudio del pintor Antonio Cortina.
En 1972 se instaló en el nº 40, esquina a la plaza de Sant Jaume, Montesinos Bis regentada por el modisto Francis Montesinos, una tienda de ropa diferente en la ciudad, con su escalera de caracol por la que se accedía al piso superior. Para las gentes del barrio, Montesinos fue el prototipo de vecino triunfador. Otra curiosidad del gran modisto: En los años 50 del s. XX, su padre, Francisco Montesinos León, tenía una estería y fábrica de persianas. Frente a este obrador, en el nº 45, esquina a la plaza del Esparto, se hallaba la Clínica de Bebés, donde se reparaban muñecas y se vendían cabezas y pelucas destinadas a los muñecos. El taller estaba regentado por Rigoberto Vidal quien decía que en esta casa se hacen toda clase de operaciones sin dolor. Y estaba en lo cierto.
Durante la guerra civil, coincidiendo con la capitalidad de la República, esta calle tomó protagonismo al instalarse en ella distintos Ministerios. Con la inauguración en mayo de 2007 del Museo l’Iber de los Soldaditos de Plomo, de la familia Noguera, instalado en la Casa-Palacio de los Malferit se añade, al atractivo de la señorial calle, una valiosa aportación cultural, sin olvidarnos por cierto del coqueto Teatro Talía.
TEXTO: RAFA SOLAZ