Rafael Guastavino, el arquitecto de Nueva York
En 'La València Olvidada', César Guardeño y Víctor Cantero repasan la trayectoria del famoso arquitecto que triunfó en Estados Unidos
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La València Olvidada: Descubriendo a Rafael Guastavino con César Guardeño y Víctor Cantero
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València
Nos encontramos justo debajo de la escultura del arquitecto valenciano Rafael Guastavino Moreno, conocido como 'el arquitecto de Nueva York', a escasos metros de donde nació, en la desaparecida calle de la Punyaleria nº11, actual plaza de la Reina.
Justo aquí, el pasado mes de julio se inauguró la escultura de Alfredo Llorens, hecha en bronce. Pesa 240kg y mide 180 cm, y el pedestal, de piedra, pesa 1800 kg y mide 200 cm.
Durante muchos años ha sido un gran desconocido entre el gran público, a pesar que en el ámbito académico lleva siendo estudiado desde los años 90. Y es una figura muy interesante con una vida apasionante que contar…
Su niñez y adolescencia en València
Guastavino era hijo de un carpintero/ebanista, (Rafael Guastavino Buch) Maestro del Gremi de Fusters y activo en València al menos desde 1840. De la familia paterna heredó la música, pues tanto su abuelo, varios de sus tíos, primos y hasta su hermano mayor, fueron músicos profesionales. Por la línea materna, heredó la pasión por la arquitectura, pues con toda seguridad conoció, gracias a su familia materna de Torreblanca, al maestro constructor Juan José Nadal, autor de la arciprestal de San Jaime de Vila-real.
La verdad es que esos diecisiete años marcaron mucho su carrera profesional. Tal y como ha comentado Víctor, siendo carpintero su padre y viendo tantas obras, bóvedas tabicadas, arquitectura gótica… conocería a la perfección la Lonja de los Mercaderes y se metería en todas las estancias y recovecos que hoy no se pueden visitar con normalidad. La tendría muy estudiada y le fascinarían sus sótanos, la escalera de caracol de ojo abierto o la parte superior del salón columnario. También la cúpula de las Escuelas Pías, la segunda más grande de España, o la cúpula de la Basílica de la Virgen. Tres referentes que se llevó en su mochila y en su memoria cuando se fue de València.
La educación primaria la recibió en la propia casa del Maestro de primeras letras, muy cerca de su casa, en el barrio de Santa Catalina, donde iban los niños del barrio. Ya con 15-16 accedió a los cursos superiores de Segunda Enseñanza cuando se matriculó en el instituto (fundado en 1845) de las asignaturas técnicas que entonces daban acceso a estudios superiores de Maestro de Obras o Arquitectura (Álgebra, Dibujo Lineal, Trigonometría, etc).
Un embarazo, el motivo por el que se fue a Barcelona
Dejó embarazada a su prima “adoptiva”. La hija que había adoptado su tío de Barcelona. Por lo visto, en una de las visitas que hizo su tío a València, surgió el flechazo entre ambos y se prendió la llama de la pasión. Javier Moro, en su libro “A prueba de fuego” imagina el lugar en el que esto pudo ocurrir y nos lo cuenta, casualmente, en la página 69. En la ruta que hacemos sobre Guastavino siempre comentamos que el futuro arquitecto quiso comprobar con su prima la resistencia de las bóvedas de la Lonja. Y el resultado de aquella experiencia fue que se tuvo que hacer cargo de su primer hijo y marchar a Barcelona a asumir sus responsabilidades.
¿Por qué cruzó el Atlántico?
Realmente no hay una causa única. En los últimos 10 años antes de marchar, había fallecido su tío el que le proyectó a la sociedad burguesa de Barcelona, los encargos de obras habían escaseado y su situación familiar pendía de un hilo debido a sus relaciones extra matrimoniales. A principios de 1881 su mujer, cansada de sus aventuras, decidió abandonarlo y emigró a Argentina con sus tres hijos legítimos y lo dejó a él en Barcelona con su hijo menor Rafael, fruto de su relación con su criada Paulina.
Guastavino llegó sin saber ni una palabra de inglés y fue su hijo pequeño, Rafael Guastavino Expósito, Rafaelín, quien le ayudó con los clientes, haciendo de intérprete. Y a pesar de que Guastavino se arruinó en diversas ocasiones, demostró ser una persona emprendedora e innovadora, logrando una solución clara contra los incendios que destruían muchas de las edificaciones realizadas hasta entonces en los EE.UU. Patentó las bóvedas tabicadas (que no inventó) e hizo demostraciones públicas ante la prensa en las que, a modo de una falla de su ciudad natal, prendía fuego a las bóvedas para demostrar su resistencia. Todo un espectáculo que convenció a muchos empresarios y constructores que empezaron a contratarlo por todo el país.
El final de empresa que Rafael Guastavino padre e hijo fundaron (la Guastavino Fireproof Construction Company), acumuló hasta un millar de edificios cubiertos con bóvedas Guastavino en toda la costa este de EEUU. La biblioteca de Boston, la Grand Central Station de Nueva York, la Universidad de Virginia, la catedral neoyorkina de Saint John Divine o la basílica de Saint Lawrence en Asheville (templo que alberga su propia tumba), son algunas de las obras más reconocidas al otro lado del charco. Abrieron incluso una fábrica de ladrillo cerámico en Woburn, en el estado de Massachusetts, ladrillo que llevaba impreso su apellido.
TEXTO: CÉSAR GUARDEÑO Y VÍCTOR CANTERO