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Los sanitarios advierten de los errores que no debemos volver a cometer si llega una nueva pandemia: "Europa se pasó los avisos por el forro"

Cinco años después del COVID-19 profesionales del 12 de Octubre recuerdan cómo vivieron aquellos días y qué fallos no deben repetirse

La línea roja | Episodio 1

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Madrid

"Volvería a hacerlo todos los días de mi vida. Si hubiese salido corriendo de allí, seguramente estaría en tratamiento psicológico. Afortunadamente, aunque se me cae alguna lágrima, ahora soy capaz de estar....", dice Mayca Gómez, sin terminar de encontrar la palabra que busca, una que mezcle la satisfacción de un trabajo bien hecho, pero que ha dejado cicatrices. Gómez es enfermera en la planta de Medicina Interna del hospital 12 de Octubre. A principios de 2020 tenía más de 55 años y una enfermedad crónica, dos de los requisitos que la liberaban de la obligación de atender a los pacientes infectados por el COVID-19. Sin embargo, se quedó.

Han pasado cinco años desde que las películas apocalípticas se hicieron realidad. El coronavirus dejó en España más de 120.000 fallecidos a lo largo de los dos primeros años. En lo peor de la pandemia, cuando marzo terminaba y empezaba abril, llegaron a morir casi 1.000 personas en un solo día. En el 12 de Octubre, en el sur de la capital, uno de los hospitales más grandes de España, llegaron a tener "200 muertos en un solo día, el 20% de las muertes del país", asegura Ruth Sánchez, entonces supervisora de la urgencia.

'ContraMarea: así combatimos el COVID', de SER Podcast, da voz a sanitarios de diferentes categorías y servicios del 12 de Octubre. A lo largo de tres episodios los recuerdos de todos ellos van construyendo el recuerdo de cómo se organizaron para hacer frente a un virus desconocido; el miedo de atender a unos pacientes sin saber el riesgo real que corrían; la falta de material; la falta de camas; el esfuerzo de trabajar con el EPI; las heridas que no se han curado y analizar los errores y aciertos que se cometieron en esos meses.

Hemos estado contigo | Episodio 2

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Los avisos nos los pasamos "por el forro"

La primera alerta de la aparición del coronavirus se lanzó el 31 de diciembre de 2019, aunque los pacientes con los primeros síntomas aparecieron unas semanas antes. En un mes, el 30 de enero de 2020, se declaró la alerta internacional. El aviso se lanza cuando el virus ya está extendiéndose por el mundo, porque el 31 de enero se detectaron los primeros casos en Italia, dos turistas chinos que estaba visitando el país. A partir de ese momento, el número de casos escala rápidamente hasta que a mediados de marzo la mayoría de los gobiernos del mundo impone confinamientos y restricciones a su población para intentar cortar la expansión del virus.

Algunos sanitarios creen que, el hecho de que en el pasado reciente hubiera habido otras alertas sanitarias que no llegaron a convertirse en pandemias, pudo contribuir a que los sistemas de sanidad no dieran toda la importancia que merecía el nuevo coronavirus. Amanda Lesmes, intensivista del 12 de Octubre, considera que uno de los mayores errores que se cometieron esos días fue no hacer caso a las alertas y a las recomendaciones que llegaban: "Es verdad que nunca pensamos que pudiésemos llegar a esta situación, pero la sociedad italiana de intensivos publicó una carta de aviso a toda Europa a finales de enero; y Europa se lo pasó por el forro".

En los primeros compases de la pandemia, uno de los problemas más graves a los que se enfrentaron los sanitarios fue la falta de material. Cuando los países quisieron reaccionar, la competencia se volvió feroz, con una gran demanda y una oferta limitada los precios se dispararon. Los países que fabricaban algunos de estos bienes fundamentales en una emergencia sanitaria cerraron las fronteras para que los productos no salieran del país hasta que estuviera abastecida la demanda interna.

Una herida mal curada | Episodio 3

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Lesmes apunta a que, de haber atendido debidamente esas alertas tempranas, las consecuencias de la primera ola, habrían sido menores. "Un mes y medio antes podríamos haber estado reuniendo mascarillas, EPIs, reclutando gente para trabajar en el hospital, movilizando recursos, haciendo acopio de midazolam; y no lo hicimos", afirma la intensivista.

Siempre fuimos por detrás del virus

El primer caso en España se detectó el 31 de enero, era un turista alemán que visitaba la isla de la Gomera. Tres semanas después se detectó un brote en un hotel de Tenerife. El 25 de febrero, se anunció el primer caso en Madrid, pero es probable que el virus ya estuviese circulando desde hace tiempo por la comunidad sin que fuese detectado. La explosión de casos que llegó a mediados de marzo en los días posteriores al confinamiento, demuestran que la expansión era mucho mayor de lo que en ese momento se sospechaba.

Algunos profesionales sitúan los primeros casos, incluso, unos meses antes. "A mí me extrañó esos meses de enero, febrero; esas gripes raras que teníamos en el hospital. Gente mayor que tenemos habitualmente en medicina interna, pero que no terminaba de curarse. Seguimos un poco la pista a esos pacientes con procesos respiratorios raros y, posteriormente, era gente que se había muerto seguramente sin diagnosticar", recuerda Mayca Gómez.

Cuando aparece un virus nuevo, los procesos diagnósticos no son sencillos. En primer lugar, porque no hay un procedimiento estandarizado que permita repetirlos en serie y de forma masiva. Segundo, porque al conllevar tanto esfuerzo económico y de personal, se tiende a restringir su uso, para que solo se hagan las pruebas necesarias. Esas limitaciones hicieron que el virus se extendiese más rápido de lo que éramos capaz de detectar. "Cada día había un mapa, por ejemplo, Italia. Si venía de la Toscana no pasaba nada, pero al día siguiente se convertía en zona de peligro COVID, y pensabas: 'Madre mía, el paciente que alté ayer venía de allí', pero según el protocolo de ayer, no había que hacer nada", recuerda Susana Ochoa, médica de urgencias en el 12 de octubre.

Una de las lecciones aprendidas para Guillermo Maestro, médico internista del 12 de Octubre, es "facilitar las pruebas antes una sospecha". Las pruebas no estandarizadas "requieren mucho trámite" porque los medios no están en todos los centros, pero diagnosticarlos pronto es fundamental para atajar su expansión. "Cuando detectas un caso en el hospital significa que lleva mucho tiempo circulando por la comunidad", asegura Maestro. Más medios y menos trámites es, para este médico internista, una de las claves a corregir para estar más preparados ante posibles pandemias.

Que nadie muera solo

Durante la primera ola del COVID en los hospitales dos aspectos marcaron la asistencia: el desconocimiento y la escasez de material. Al principio, cuando el coronavirus llegó a los hospitales, no se conocía como se contagiaba. Si lo hacía por el aire, a través de contacto o de los fluidos corporales. Ante la duda, las medidas de protección fueron las más altas: mascarillas FFP2, gafas, doble o triple guante y el mono blanco impermeable (el EPI). El no conocer su mecanismo de transmisión y el no tener el material de protección suficiente provocó la prohibición de entrar a cualquier persona que no fuera un profesional o un paciente. También a las familias de las personas que iban a morir.

Todavía hoy, cinco años después, médicos, enfermeras y auxiliares, recuerdan la impotencia de no haber podido llamar a las familias de los pacientes que iban a morir a causa de la neumonía que provocaba el virus. Antonio Blanco, médico de la urgencia en 12 de Octubre tiene muy claro qué cambiaría: "Intentaría por todos los medios que las familias pudieran visitar a los pacientes. Fue un error gravísimo y, ojalá, no nos veamos en otra igual, pero eso sí que lo cambiaria: que la gente pueda venir a ver a su familiar, aunque sea a verla morir".

Un médco se coloca un EPI para atender a un paciente.

Un médco se coloca un EPI para atender a un paciente. / TATYANA MAKEYEVA

Un médco se coloca un EPI para atender a un paciente.

Un médco se coloca un EPI para atender a un paciente. / TATYANA MAKEYEVA

"Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre", escribió el médico francés Claude Bernard inspirándose en una sentencia de Hipócrates. Este principio llegó a su máxima expresión durante la pandemia. Cuando los hospitales estaban saturados, faltaban camas de cuidados intensivos, faltaba espacio y seguían llegando los pacientes, a veces, lo único que podían hacer, ante la falta de familiares, era acompañar. "Muchas veces éramos las personas que acompañábamos a la gente que iba a fallecer porque la familia no podía salir de casa y no podía venir aquí. Entonces ya sabías que no podías hacer más con por ellos, pero sí que podías hacer algo importante, que era acompañarles los momentos finales de su vida", recuerda Susana Ochoa.

El sistema vuelve a estar al 100%

A la primera ola de la pandemia se le hizo frente con miles de sanitarios que atendieron a los pacientes en condiciones que no siempre fueron las mejores. Se entendía que, en esos momentos, no se podía hacer mucho más. Sin embargo, a medida que fueron sucediéndose las olas y volvieron a llegar a los hospitales los pacientes habituales, que habían visto retrasadas cirugías y pruebas diagnósticas, la carga de trabajo aumentó respecto a antes de la pandemia. El mismo personal, pero más cansados física y emocionalmente, debía hacer frente a la carga de trabajo.

Para Javier Sayas, jefe de sección en neumología, uno de los errores que estamos cometiendo de nuevo es que tenemos el sistema trabajando a máxima capacidad: "Si tú trabajas con todo el personal al 100%, como llego algo gordo, no tienes personal, que es el bien más preciado. Si a la gente está trabajando al 100%, a nada que llega algo que sobrepasa el 100%, no lo puedes cubrir". Un factor clave es como medimos el funcionamiento de la sanidad, con qué criterios. Desde la crisis de 2010, uno de los aspectos que más se ha valorado es no gastar demasiado, o que gastando lo mínimo indispensable, se obtenga el mayor rendimiento posible. Sayas cree "que desde el punto de vista de la gestión es maravilloso, porque eres muy eficiente", sin embargo "como tengamos otra cosa que nos desequilibre ese 100%, no hay reservas para atenderlo".

Las protestas en sanidad han sido una constante de los últimos quince años. En todas las comunidades autónomas ha habido protestas de los sanitarios alertando del deterioro del sistema. Susana Gómez, enfermera de la UVI polivalente, alerta: "Yo creo que no es algo que tengamos que recordar todos y cada uno de los días de nuestra vida, pero creo que es necesario que la gente no lo olvide, y que cuando desde este lado pedimos ayuda porque vemos que el sistema sanitario se está cayendo, la pedimos no solo para tener mejores condiciones laborales, sino para que no vuelva a pasar lo que ha pasado con el COVID, para que no nos vuelva a pillar como nos pilló COVID, que nos pilló totalmente destartalados".

Karim Agharbi

Karim Agharbi

Redactor en la sección de economía de la Cadena SER. Trabajó en el equipo de informativos de Radio Madrid....

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