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¿Se esconde publicidad encubierta detrás de las recomendaciones de los foodies de Instagram?

La ley exige que la publicidad resulte claramente identificable como tal, y si no queda claro que se trata de un contenido patrocinado, los creadores deben indicarlo con una etiqueta o un hashtag visible.

La publicidad encubierta de los foodies

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Madrid

Es muy común entrar en redes sociales y encontrar cientos de recomendaciones de restaurantes o productos gastronómicos: "Hoy probamos la mariscada más barata de España. Cuesta solo 14 euros y se encuentra en un restaurante llamado Street Fish, en Barcelona. Está regalao". Así es como empieza uno de los vídeos de Pablo Cabezali, el conocido influencer y Youtuber gastronómico que gestiona la cuenta de Cenando con Pablo, a la que siguen 300.000 personas en Instagram y 550.000 en Youtube. Detrás de una recomendación de este estilo, natural y desinteresada, en la mayoría de ocasiones se esconde un acuerdo comercial con el restaurante del que se habla. Una manera de hacer publicidad, que, si no queda suficientemente especificada en este tipo de perfiles, podría tratarse de una publicidad encubierta.

Ser foodie se ha convertido en un trabajo a tiempo completo: "Me dedico a visitar restaurantes por toda España. Llego al local, saco unas tomas del espacio, decido con el personal lo que voy a pedir y grabo un vídeo para subir a mis redes sociales", ha explicado Cabezali en Código de Barras. "Yo en muchas visitas tengo una retribución económica porque tengo unas redes sociales bastante potentes, es un millón y medio de personas y eso de cara al negocio les reporta un branding, un impulso en seguidores, y yo se que todo el contenido que hago convierte bien, luego hay una base de gente que va al local", ha reconocido el influencer, que también ha asegurado cobrar unos 800 euros por una publicación en Instagram y entre 6.000 y 17. 000 euros por visitas en Youtube.

Los restaurantes, por su parte, han incluido a todos estos foodies dentro de sus estrategias de marketing. "Cuando queremos darle difusión a una propuesta y utilizar el altavoz que suponen los influencers, les invitamos a que lo conozcan de primera mano, lo publiquen en sus redes sociales y de esa manera llegar al público que nos interesa", ha reflexionado Nacho Fandiño, el jefe de prensa del restaurante tres estrellas Cenador de Amós, en Cantabria.

La Ley General de Publicidad y la Ley de Competencia Desleal exigen que la publicidad resulte claramente identificable como tal, y si, a través del contenido, no queda claro que se trata de un contenido patrocinado, los creadores deben indicarlo con una etiqueta o un hashtag visible. Lo que sucede en muchas ocasiones es que esta etiqueta aparece al final de un vídeo largo o de una descripción de muchas líneas. "Partimos de que las normas legales no precisan cómo debe llevarse a cabo esa indicación, por lo que el influencer tiene cierta libertad para elegir la forma, aunque tiene la obligación de asegurarse de que esa etiqueta es claramente percibida por los consumidores", ha detallado Charo Fernando, la directora general de Autocontrol, el organismo independiente de autorregulación de la industria publicitaria en España.

Otro de estos foodies, Sezar Blue, que acumula 120.000 seguidores en Instagram y 450.000 en Youtube, ha explicado en Código de Barras que él no hace contenido patrocinado: "Yo personalmente me sentiría muy incómodo si supiera que estoy ahí porque me han invitado o me van a pagar. No acepto colaboraciones ni invitaciones, no me resultaría nada auténtico que yo hablara de restaurantes y me pagaran los restaurantes". El creador de contenido, en este caso, ha explicado que no cobra por sus publicaciones en Instagram y que todos sus ingresos son de las visitas en Youtube.

Autocontrol diseñó en 2020 el Código de Conducta sobre el uso de Influencers en la Publicidad, una norma que, según ha especificado Charo Fernando, es voluntaria: "Están adheridas ya más de 900 entidades entre empresas y anunciantes". Estas entidades se aseguran de incluir en los contratos que firman con los influencers la condición de cumplan con el Código de Conducta. "De esa manera extienden el cumplimiento a los propios influencers", ha reflexionado la experta. ¿Pero si eso no se cumple, hay algún castigo administrativo? "Si se detecta que ha habido un incumplimiento del Código de Conducta, cualquiera puede hacer llegar una reclamación a Autocontrol, que insta al influencer o a la empresa a que indiquen correctamente que se trata de un contenido patrocinado", ha respondido Charo Fernando.

Las entrevistas de Aimar | Lorena Macías (Hazmeunafotoasí)

17:19

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