"Muy pocas veces, si es que hay alguna, he superado el salario mínimo": mujeres y jóvenes, la cara de la precariedad laboral en Madrid
Almudena y Ana, dos mujeres trabajadoras de 42 y 24 años, denuncian la situación actual del empleo en la Comunidad de Madrid: trabajos precarios y sin posibilidad de promocionar a corto plazo
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Madrid
En La Ventana de Madrid hemos hablado con Almudena Gil, de 42 años, y con Ana Guirado, de 24. Ambas han trabajado en varios sectores, pero señalan que siempre han sido empleos muy precarios que no permiten tener unas condiciones de vida dignas en la región. Almudena cursó sus estudios universitarios en biología pero, actualmente, no ejerce de ello. Trabaja en una empresa de Contact Center que engloba la atención y la venta de productos y servicios a los clientes.
Cuando terminó la carrera, trabajó durante un tiempo como teleoperadora, hasta que volvió a cursar un máster y, después, fue becada en una empresa farmacéutica con un contrato en un centro de investigación. "Sin embargo, por el cambio de gobierno, en 2009 o 2010 hubo mucho recorte en investigación y los que estábamos contratados bajo un proyecto de investigación teníamos una duración de cuatro años, así que después de eso, como no había financiación lo tuvimos que dejar".
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Almudena asegura que "el sector del Contact Center es ahora mismo uno de los más precarios". Señala que hace unos meses se negoció el convenio en su empresa y hasta entonces el salario de los empleados estaba congelado, por tanto, había muchos trabajadores que no llegaban a cobrar el salario mínimo interprofesional.
Mujeres y jóvenes: el perfil de la precariedad en Madrid
"En la empresa, prácticamente el 80% de la plantilla somos mujeres. La jornada rara vez supera las 35 horas, y cuando lo hace, es partida por lo que para muchas compañeras es incompatible con su vida familiar o personal". Asegura que con jornada completa se llega a los mil euros justos. "No se puede vivir en Madrid con este salario. Al menos, no con unas condiciones de vida dignas que nos permitan ser independientes o no tener que compartir piso".
Ana, con 24 años, vive con sus padres y actualmente es beneficiaria del paro. Por la situación económica familiar no se podía permitir la matrícula de una carrera universitaria, así que estudió un grado superior de estética: "Busqué un sector con salidas para que, aunque no pudiera aportar económicamente porque no me daba el dinero, por lo menos no supusiera un gasto más en casa".
"Ninguno de mis amigos llega al SMI"
En este momento se encuentra en un curso de administración desarrollando unas prácticas no remuneradas, pero también ha sido captadora de socios en ONG -donde no había una remuneración de base, sino que los trabajadores iban a comisión- o dependienta: "Muy pocas veces, si es que hay alguna, he superado el salario mínimo". Recuerda estos años de cara al público como una etapa de "agotamiento mental en un trabajo que no es agradecido, ni está bien remunerado".
Ana, como el resto de sus amigos veinteañeros, vive con sus padres y por el momento no se puede plantear un proyecto de vida independiente. Afirma que ninguno de ellos llega al SMI, y en Torrejón de Ardoz -donde ella vive- los alquileres no bajan de los 850 euros. "A ver si ahora con la regulación del alquiler y la ley de vivienda se arregla algo, pero ahora mismo es imposible". Ambas destacan que se han beneficiado de la subida del salario mínimo: "Toda ayuda es poca y sí que se nota".
