"¿Has visto un muerto por sobredosis tirado en la calle? ¿A un niño consumiendo crack? Yo, sí": la cruda imagen de la droga en el centro de Madrid
Los vecinos del barrio de Lavapiés denuncian que la situación en la zona se ha vuelto "insoportable" ante la proliferación de narcopisos y la constante inseguridad
"He visto niñas prostituirse": el duro testimonio de una vecina de Lavapiés
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Madrid
Desde hace unos meses, casi un año, el barrio madrileño de Lavapiés ha visto cómo prolifera el tráfico de drogas en las calles. Jóvenes consumiendo en los portales, peleas continúas en las plazas o pequeños robos nocturnos, se han vuelto demasiado frecuentes en este barrio del centro de Madrid.
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Teresa vive desde hace 25 años en Lavapiés. Cuando llegó era "el barrio elegido", donde quería estar. Sin embargo, desde hace unos años, asegura, el clima que se respira en la zona es "insoportable". La proliferación de narcopisos y el aumento de reyertas a cuenta de la droga ha hecho que muchos vecinos vivan con temor al día a día en el barrio. "Lo de los narcopisos no es nuevo. Llevamos viviéndolo desde hace años. Cada vez que se quita un narcopiso, aparece en otra esquina, en otra calle", dice Teresa.
Aunque lleva años conviviendo con la cruda realidad de la droga, esta vecina asegura que "lo de este año" ha pasado a otro nivel. "Nunca habíamos vivido este nivel de degradación", continúa. Teresa ejemplifica lo que supone vivir, desde hace un tiempo, en Lavapiés. Lo hace a través de una situación cotidiana que vive con sus vecinos. "Hace poco lo comentaba con amigos. Hacíamos aquello de dar un paso al frente si lo has vivido. Entonces, yo preguntaba: '¿Has visto a alguien muerto por sobredosis tirado en una plaza? Yo, sí. ¿Has visto a una mujer huyendo por los tejados para evitar ser agredida? Yo, sí. ¿Has visto a un menor, de apenas doce años, consumiendo crack? Yo, sí'", cuenta, horrorizada, esta vecina.
La cruda realidad que refleja la droga se ceba con los más vulnerables, cuenta Teresa. En ese grupo, se encuentran las mujeres, especialmente menores, que necesitan acceder a sus dosis para evitar el mono. Esta vecina, que convivió con un narcopiso en su mismo edificio en 2018, cuenta que vio "niñas drogadas" en numerosas ocasiones. "La violencia que ahí se da no la conoce ni Dios. En el caso de las niñas, viven casos de explotación sexual. De pronto se drogan y tienen a un tío encima o, peor: para conseguir su dosis se prostituyen", afirma.
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El miedo de los vecinos
Pilar y Paquita son dos amigas que llevan más de 70 años viviendo en Lavapiés. Las dos están muy preocupadas con la situación a la que ha llegado su barrio de toda la vida. Pilar asegura que ya no baja por las tardes a la calle, tiene miedo: "Yo salgo por las mañanas, hago mis cosas y por la tarde ya me quedo en casa, porque es cuando la cosa se pone un poco más complicada". A Paquita le han robado el móvil una vez y en otra ocasión le intentaron quitar el bolso, "pero vinieron dos jóvenes por detrás que les gritaron y se fueron corriendo".
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Paquita tiene sentimientos encontrados. Le han concedido plaza en una residencia, pero sin familia, teme sentirse sola: "Tengo que hablar con mi trabajadora social, porque quiero la plaza, pero me cuesta irme de aquí". Su amiga Pilar, en cambio, se va a quedar en Lavapiés, aunque si supiera que no iba a tener problemas económicos de ningún tipo se iría. "Ya no estoy tranquila, salgo a la calle y miro para todos los lados o salgo al portal y hasta que no cierro no me siento segura” cuenta. Y añade: “Si pudiera me iría; lo único que quiero es que lo que me queda de vida estar tranquila, ¿sabes?”.
También habla de miedo Fátima, que lleva viviendo en Lavapiés más de 12 años. Su casa está frente a la plaza de Nelson Mandela, uno de los epicentros del problema. Cuando desalojaron el edificio de Amparo 24, todas las personas que malvivían ahí, cogieron los colchones y se trasladaron a la plaza. “Ahí duermen, consumen, se pelean, hacen sus necesidades y no respetan nada”, asegura Fátima. "Nunca había visto tan mal el barrio".
Su hijo tiene trece años, y antes bajaba a hacer pequeños recados cuando faltaba algo en casa. Ahora, asegura que “él ya no quiere bajar, tiene miedo”. Tiene custodia compartida, pero en los últimos meses, entre semana, su hijo ya no duerme, en casa: “No puede dormir, hay tanto ruido, tantas peleas y tan violentas que es imposible conciliar el sueño" cuenta consternada. Fátima tiene un bar a un par de calles de donde vive, y si no fuera porque necesita "estar cerca para recoger pedidos y hacer todas las gestiones" que implica un bar también se marcharía.
Desde hace unas semanas, los vecinos han empezado a reunirse cada miércoles en la plaza de Agustín Lara. En las asambleas ponen en común lo que está viviendo cada uno. "Nos juntamos para escucharnos unos a otros y así no nos guardamos el miedo". Y contra ese miedo han adoptado como símbolo unas banderas amarillas, sin lemas ni logos. Uno de los promotores es Elia, y cuenta que decidieron que no llevaran lemas "porque hay vecinos que tienen miedo de significarse contra la droga".
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Karim Agharbi
Redactor en la sección de economía de la Cadena SER. Trabajó en el equipo de informativos de Radio Madrid....