"Igual que ayudamos a nacer, ayudamos a morir"

Todos moriremos, pero nadie está preparado para ello. A pesar de que el final ya está escrito en piedra, la sola idea de pensar en ello hace que nos recorra un escalofrío por la espalda. Sin embargo, hay un área de la medicina, la de los cuidados paliativos, algo olvidada y hasta escondida, que aborda el anatema: cómo ayudar a morir. Tampoco el estudiante de medicina o enfermería entra a la facultad pensando en cómo morirá sus pacientes, pero, como explican los profesionales más veteranos, tan importante es asistir en el nacimiento como en el óbito.

Y este es el trabajo que realizan desde el servicio de Cuidados Paliativos del Hospital Virgen de la Concha de Zamora, que el pasado 2024 incorporó una unidad de asistencia a domicilio que intentar dar servicio al conjunto de la provincia. La componen dos enfermeras y dos médicas que, aunque miran a la muerte a los ojos día tras día, sienten que han encontrado un lugar donde cada día cuenta.

Una relación estrecha entre paciente y profesionales sanitarios

La atención a domicilio facilita los últimos momentos a aquellos pacientes que prefieren morir en un entorno familiar y lejos de la frialdad de la luz blanca del hospital. Los profesionales que conviven día a día con pacientes que reciben cuidados paliativos en su casa, conocen de primera mano el prejuicio y el miedo que infunde este término entre la población, incluso entre los propios familiares de las personas a las que atienden, sin embargo este ejercicio de sinceridad estrecha relación que se establece entre pacientes y sanitarios, que llegan incluso a convivir a diario durante periodos que exceden los 3 años.

Alejandra Sierra, médica de la unidad de cuidados paliativos del Complejo Asistencial de Zamora, concluye en la necesidad de seguir trabajando en este vínculo paciente-doctor que si bien no evita lo inevitable, la muerte, sí que consigue humanizarla todo lo que la ciencia nos permite.